Por Iván Benítez
El escritor Juan Solá dialogó esta mañana con el programa Sin Aportes para detallar sus inicios en la literatura y su perspectiva de la lectura digital, las etiquetas lgbt y el control de las editoriales sobre los libros.
“La etiqueta gay dentro de la literatura se puede ir pensando como una categoría obsoleta. Hay que criticar el núcleo de la familia tradicional porque ahí es donde se construyen los mayores errores y horrores que nos acompañan el resto de la vida. Vamos haciendo terapia por gente que no hizo terapia”, dijo el narrador.
“Empecé a leer a los cuatro, aprendí a leer antes de tener capacidad de guardar memoria”.
En cuanto a la distancia entre la lectura en papel y digital, expresó: “Cada plataforma tiene su público. Pero la experiencia con el papel trasciende esa digitalidad y tiene que ver con lo sensorial. Las redes sociales dan impulso al material de los escritores”.
“Es importante ponerle el cuerpo a lo que uno hace, para mí siempre es importante llevar adelante presentaciones, lecturas, el encuentro con los lectores y las lecturas es muy enriquecedor”, agregó.
Definición de escritor
Juan Solá es escritor y guionista. Nació en la ciudad de La Paz, Entre Ríos, el 24 de enero de 1989. A corta edad se radicó en Resistencia, Chaco, donde cursó sus estudios y publicó su primer libro, Cuentos para compartir, a los diez años. Tras haber obtenido numerosos premios y reconocimientos en certámenes literarios a nivel nacional, se trasladó a Buenos Aires para continuar su formación y dedicarse de lleno al mundo de las letras como editor y con la publicación de sus libros Naranjo en flúo y Microalmas.
“Lo que define a un escritor o una escritora es que todos los días de su vida se dedique a escribir. La concreción de un proyecto editorial muchas veces excede a la capacidad que pueda tener esa persona para expresarse por escrito. Hoy por hoy el negocio editorial apunta muchísimo a vender autores que tengan una base sólida de lectores en las redes sociales”, detalló Solá.
“Había escuelas donde no podía ir. Estaba prohibido Juan Solá en la biblioteca de la escuela. No tengo ganas de desafiar a nadie por fuera de mi trabajo autoral, pero cuando pasan cosas así creo que el texto está haciendo el ruido que tiene que hacer”, reflexionó el escritor.
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