A KNIGHT OF THE SEVEN KINGDOMS

En la previa de la batalla por Winterfell, Game of Thrones nos dio un gran episodio lleno de emociones.

Con una vibra que me hizo recordar mucho a la previa de la mítica batalla del Abismo de Helm en El Señor de Los Anillos: Las Dos Torres, Game of Thrones nos dio este domingo un episodio hermoso y plagado de emociones, a pesar de que aún no vimos nada de acción ni muertes (la queja más común en twitter y que no entiendo, Game of Thrones siempre fue más diálogos que batallas).

Arrancamos con una especie de “juicio” a Jamie Lannister, que recién llegado a Winterfell, no es exactamente bienvenido. Su cuestionable pasado con Aerys y los Stark no le cae demasiado bien a Daenerys ni a Sansa, y revelar la noticia que Cersei no tiene intención alguna en enviar sus ejércitos al Norte no lo ayuda demasiado. Sin embargo, esto se resuelve bastante rápido ante la intervención de Brienne of Tarth, que no duda en defender a Jaime y asegurarle a Sansa que es un hombre de honor, que cumple con su palabra y que la defendió ante los hombres de Bolton allá por la tercera temporada, y desde entonces hay entre ellos un vínculo fuertísimo (y me atrevo a decir que también amor). Los dos son, sin dudas, el corazón de este episodio. Brienne convence a Sansa, y Daenerys, no muy contenta, accede.

Pero Jaime tiene una cuenta pendiente; así que va a enfrentar a Bran junto al árbol de Weirwood de Winterfell para pedirle disculpas por lo que le hizo. Bran, sin embargo le asegura que no está enojado y que si eso no hubiera pasado, él seguiría siendo Brandon Stark y no se hubiera convertido en el Cuervo de Tres Ojos; y Jaime no hubiera iniciado su camino de redención. El Matarreyes está intrigado sobre si Bran planea revelar su secreto después de la Gran Batalla, a lo que Bran le pregunta cómo está tan seguro de que habrá un después. ¿Será esto un presagio de muerte para Jaime? ¿Sobrevivirá la batalla del domingo que viene?

Este episodio da la sensación constante de despedida, de peligro inminente, de que nuestros personajes saben que quizá sea su última noche. Sin dudas es al menos lo que piensa Arya, que en una de las escenas más polémicas que nos ha dado esta serie, decide perder su virginidad con Gendry Baratheon. Obviamente ya estaba establecido que había mucha onda entre ellos, pero personalmente me sentí incómoda porque a Arya la siento casi como hermanita menor. Igualmente la bancamos, es como muchos quisieran pasar la última noche si el mundo se va a acabar, ¿no?

El camino que está tomando Daenerys en los últimos episodios es muy llamativo. Sus exabruptos son cada vez más frecuentes, y necesita cada vez más a sus consejeros para no tomar decisiones impulsivas. Se desquita con Tyrion por haber confiado en Cersei, y está a punto de quitarle la posición de Mano de la Reina. Es Jorah Mormont, uno de sus más cercanos asesores, quien le aconseja lo contrario: hacer las paces con el menor de los Lannister y, también con la Lady of Winterfell, Sansa Stark. Pareciera que la diplomacia le cuesta cada vez más a nuestra khaleesi. Sin embargo, accede. La escena con Sansa es de las mejores del episodio. Ella demuestra, una vez más, que la tiene clarísima. Afirma que los hombres enamorados son fácilmente manipulables, por eso no deposita su confianza ciega en Daenerys (como sí lo hace con Jaime, después de la defensa de Brienne). En un principio parece que las cuñadas logran llegar a un acuerdo; Dany logra convencerla que es  ella quien está ahí por amor a Jon, pero cuando Sansa le pide la independencia del Norte, se pudre todo. Daenerys es incapaz de ceder poder, y da un poco de miedo su ambición y egoísmo Targaryen.

Después de esto entramos a la mejor secuencia del episodio, durante la víspera de la batalla. Arrancamos con Jaime y Tyrion bebiendo vino junto al fuego y recordando con nostalgia viejas épocas, cuando Jaime era un “león dorado”, y Tyrion un ebrio promiscuo. Es increíble cuánto han cambiado los hermanos Lannister. Más tarde, se unen Brienne, Podrick, Davos y Tormund y se forma una especie de Concilio del Vino del que vería horas enteras. Después de la maravillosa historia de Tormund sobre sus tres meses siendo amamantado por una mujer gigante (cómo no quererlo), llega el momento más emocionante, que da nombre al episodio. Brienne no tiene título de “Caballero” ya que la tradición de Westeros lo impide para las mujeres. Pero en la víspera del fin de los tiempos, a quién le importan las tradiciones (“fuck traditions”, para citar al gran Tormund). Es hora de romperlas y hacer lo que es justo. Es Jaime el encargado de otorgarle la distinción, entre cruces de miradas conmovedoras y lágrimas en los ojos (aplausos para Nikolaj Coster-Waldau y Gwendoline Christie). En ese momento tan íntimo, entre personajes que sienten orgullo y admiración entre sí, se nota que algo cambió en Westeros. Sin dudas quedará entre los momentos más fuertes e inolvidables de toda la serie. Por si fuera poco, todo termina con una secuencia de montaje muy emotiva -que es muy común en las previas de grandes batallas- donde vemos a casi todos los personajes durante los instantes previos a la guerra. Acompañan las imágenes la voz de Podrick cantando “Jenny’s Song”, un guiño para los lectores de los libros, en donde esta canción tiene mucho significado y está muy relacionada con Rhaegar Targaryen y con la profecía del Príncipe Prometido. Este momento musical me recordó a otra secuencia del El Señor de Los Anillos, cuando Pippin canta “The Edge of Night” en El Retorno del Rey.

Algunos otros cruces entre personajes que no quiero dejar de destacar son entre Jorah Mormont y su prima Lyanna, nuestra niña guerrera favorita que, obviamente, se niega a refugiarse en las criptas porque quiere luchar por el Norte. No esperábamos menos de ella. Minutos después es Samwell Tarly quien tiene un intercambio con Jorah, y le ofrece la espada de acero valyrio de su familia, en memoria de su padre Jeor Mormont por quien Sam tuvo tanto aprecio.

Sobre el final del episodio, volvemos a las criptas de Winterfell, que este año, parecen cumplir el rol de confesionario. Jon está contemplando muy pensativo la estatua de Lyanna, su madre. Dany lo interrumpe y le pregunta sobre ella, y Jon no tiene más remedio que revelarle toda la verdad. Creo que a esta altura, nadie se sorprendió con la reacción de Daenerys, que no lo tomó para nada bien. Incluso duda de su palabra, como si no conociera lo suficiente a Jon como para saber que nunca inventaría una cosa así. Su reclamo al trono está en riesgo y esto la nubla totalmente. Me parece notable cómo la serie la está colocando cada vez más en el rol de una reina peligrosa. Lamentablemente, la conversación no termina del todo, y escuchan los cuernos avisando que el ejército de los muertos ha llegado. La batalla por Winterfell ya comienza, y la veremos la semana que viene en un episodio extra largo y, seguramente, tendremos que decir adiós a muchos personajes.

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