Los sobrevivientes de la Batalla de Winterfell se preparan para la próxima amenaza.
Después del episodio anterior, que en la balanza se inclinó un poco más para el lado de la decepción, este episodio tampoco estuvo a la altura de lo que esta serie supo ser en su mejor momento. Como ya sabemos, Weiss y Benioff -los creadores- se quedaron sin material bibliográfico desde la temporada seis en adelante; y ahora están intentando terminar esta compleja historia a partir de algunos “plot points” que George Martin les habría revelado, y llenando los blancos lo mejor que pueden. Creo que, sobre todo en estos últimos episodios, se nota muchísimo que Weiss y Benioff pueden adaptar muy bien, pero no pueden escribir un buen guión sin un material de base. Al menos no para personajes en una historia de esta complejidad.
Sin embargo, creo que los puntos más incomprensibles del episodio suceden más que nada en la segunda mitad. The Last of The Starks arranca bastante bien, con el último adiós a los caídos durante la Batalla de Winterfell y unas sentidas e inspiradoras palabras de Jon Snow. Después, el banquete de celebración en el gran salón de Winterfell nos deja varios buenos momentos. Daenerys tiene un lindo gesto con Gendry -aunque después nos enteramos que había un interés propio detrás- y lo nombra un Baratheon legítimo y Lord de Storm’s End. Todavía con la emoción del flamante título, Gendry corre a buscar a Arya para pedirle que sea su esposa y la Lady de Storm’s End; a lo que Arya -fiel a su personaje- responde que ella nunca fue una Lady, que esa no es ella; recordando una vez más las palabras que había dicho en la primer temporada, y que luego se las repitió a Nymeria en la temporada anterior.
Durante el banquete también vemos a Tyrion, Jaime, Brienne y Podrick jugar a una especie de “yo nunca”, en una secuencia muy divertida pero que termina abruptamente cuando Tyrion incomoda a Brienne al preguntarle si era virgen. Brienne se va y Jaime la sigue, y esto termina en una escena de sexo entre los Caballeros de Westeros. Personalmente, hubiera preferido que la relación entre estos maravillosos personajes se limite a una de admiración y respeto mutuo. Me pareció un poco forzado el camino que tomaron, especialmente por cómo termina. Jaime abandona a Brienne después de unos días para volver a King’s Landing -aparentemente- a proteger a Cersei. Si esto es verdad, no entiendo muy bien qué están haciendo con el arco de Jaime que venía tan bien construido hasta el momento. Y si está mintiendo, tampoco queda clara la motivación que tendría para engañar a Brienne y romperle el corazón de esa forma. Lo último que vemos de ella es su llanto desconsolado y sus súplicas hacia el Caballero Lannister, una imagen bastante desoladora de Brienne que la deja en una posición que está muy lejos del personaje que conocíamos hasta el momento.
Después de los festejos, Dany visita a Jon en su habitación y tienen una conversación un poco extraña, en donde ella le vuelve a recalcar su amor, pero le pide que no revele nunca el secreto de su linaje, ya que esto significaría un obstáculo en lo que ella cree que es su destino, sentarse en el Trono de Hierro. Jon le asegura que ella siempre será su Reina y que no tiene el más mínimo interés en ocupar el trono, pero que no puede ocultarles la verdad a Sansa y a Arya. Es claro que Dany se siente totalmente marginada en Westeros, no siente la adoración que alguna vez tuvo en Essos y que la llenó de confianza -y de arrogancia-; pero se me hizo extraño verla pedirle esto a Jon, siento que la Dany de otras temporadas hubiera actuado distinto. Por otro lado, es también una posición rara para Jon, quien nunca se portó de esta manera con Ygritte, por ejemplo, su otro gran amor. Nunca el amor lo cegó ni le impidió cumplir con su deber.
La guerra contra Cersei se aproxima y tienen que idear un plan. Tyrion sugiere que lo mejor es hacer un asedio de King’s Landing, que provocará que el pueblo reaccione y se levante contra Cersei. Para esto, Daenerys irá con los dragones y su flota hasta Dragonstone, y de ahí a la Capital, y Jon irá por tierra. Un plan bastante arriesgado, considerando que la amenaza más grande que tiene Cersei es justamente la flota de Euron Greyjoy, que está intacta.
Junto al Weirwood, las hermanas Stark y Bran le cuestionan a Jon su fe ciega en Daenerys. Ninguna de las dos está muy segura que Dany sea la indicada para gobernar los Siete Reinos, aunque las razones no están demasiado claras. Probablemente sea solo intuición. Jon le revela a sus hermanas la verdad sobre sus padres, no sin antes hacerles jurar que no revelarán el secreto. Sin embargo, Sansa no tarda en romper su promesa, y le revela a Tyrion toda la verdad sobre Jon. En cuanto a Arya, la vemos irse junto a The Hound a King’s Landing a terminar “asuntos pendientes”. ¿Se viene el Cleganebowl? ¿Arya quiere tachar otro nombre de su lista?
Los chismes corren rápido en Westeros, ya que Tyrion tampoco se guarda la crucial información sobre Jon para sí, y se lo cuenta a Varys -quien ya había visto síntomas de inestabilidad en Dany- por lo que rápidamente sugiere que Snow es el mejor candidato para gobernar los Siete Reinos por ser un líder natural, un héroe de guerra y un hombre (hola misoginia). Tyrion, sin embargo, aún cree en Daenerys y la seguirá apoyando. La conversación se interrumpe con la emboscada de la flota Greyjoy, que ahora tiene un montón de ballestas gigantes que destrozan los barcos Targaryen y bajan de tres flechazos a Rhaegal, que sobrevolaba junto a Dany y Drogon. Es el segundo “hijo” que ve morir Dany, y esto la enfurece muchísimo. No vemos mucho más de la batalla naval, pero nos enteramos que los Greyjoy llevaron a Missandei a la capital para tenerla de rehén. Otro puñal para Dany, otro pasito que la está llevando para el camino del desequilibrio, y que convence cada vez a Varys de cometer traición. O al menos es lo que se sugiere fuertemente. Me gustó mucho ver los diálogos entre Tyrion y Varys. Creo que son los fragmentos mejor escritos, y que recuerdan a los mejores momentos de esta serie.
Los consejeros de Daenerys logran convencerla de no incendiar la capital -aún- y, en vez de eso, van a las puertas de King’s Landing a negociar la rendición de Cersei. Una negociación que es un poco ridícula ya que, en este momento, Cersei claramente corre con ventaja. La tregua no termina bien y la pobre Missandei muere a manos de la Montaña. Una muerte que no llega a tener el efecto que buscaban, y un final trágico para un personaje que tenía más potencial.
Como dije anteriormente, creo que muchas decisiones de personajes en este episodio se sintieron bastante incoherentes. Las estrategias de batalla son muy cuestionables, lo que -de nuevo- deja mal parados a los protagonistas, y todo se siente bastante apresurado, lo que impide que las cosas tengan el efecto que se espera que tengan. La temporada anterior tampoco fue de las mejores, pero sin embargo creo que está en un nivel muy superior a esta, y supo tener grandes momentos. La muerte de Viserion, por ejemplo, se sintió mucho más ganada y el momento estuvo mucho mejor logrado que la muerte de Rhaegal, que se sintió que fue de la nada y no causó el mismo impacto.
Aún quedan dos episodios para el gran final, que espero sea digno para cerrar esta increíble historia que seguimos por casi diez años.