Por Exequiel Arrúa
Tenemos siete señales en vivo, algo casi único en el mundo.
El exceso de información desinforma.
Mira todo pero no te quedes mucho rato.
La gente no come pañuelos blancos.
Se aproxima otro mundo.
Los medios no se replantean el catolicismo.
Estamos aprendiendo a lavarnos las manos.
El silencio también es un mensaje.
La cuarentena no vino para irse enseguida.
Los conflictos están entre las posibles posibilidades.
La incertidumbre atraviesa cualquier versión.
Los próximos días parecieran depender de los dados.
Si mañana finaliza la pandemia la vida de todas formas no será la misma.
El final de este presente no se cerrara de martes para miércoles.
Imaginar el mañana como el ayer es tan irresponsable como no respetar las precauciones..
Anoche el cuerpo volvió a desconocer al sábado y hoy no fue un domingo cualquiera.
El bichito sin querer hizo que el neoliberalismo y el populismo quedaran al descubierto.
En algunos países la economía desprecio a la salud.
Acá las dos corrientes se sentaron al tomar un té, ninguna invito a la otra pero las vi a las dos hablándome por televisión.
La rareza de una cadena nacional no oficial, no impuesta, sin rotulo y con ideas de fusión.
La prepotencia quedo cumpliendo cuarentena y los discursos de cambio fueron pronunciados con veracidad.
La pandemia es un partido que recién empieza, tenemos un técnico que fue atacado por un sector de hinchas que no creían en él.
Y si bien es muy temprano para dar un veredicto, me parece interesante jugar con las palabras para empezar a preguntarnos.
¿Y si Aníbal es el cambio, vos podrás pensar esta vez en el equipo?