En los siete años que pasaron tras la publicación de Pyramide (2010), Dante Spinetta sufrió la muerte de su padre, Luis Alberto; se separó de su mujer y se reunió con Emmanuel Horvilleur para editar dos nuevos álbumes de Illya Kuryaki and the Valderramas. De todo ese intenso proceso surgió Puñal (2017), uno de los trabajos más originales y personales del argentino, y para la prensa de su país, el más redondo de su carrera solista.
“Me costó mucha sangre hacer este disco”, reconoce el músico, quien llega a fin de mes a presentar en vivo para el público chileno el LP nominado al Grammy Latino. Primero, el viernes 23 de noviembre en Club Amanda, y al día siguiente en el Café Rock Multiespacio de Villa Alemana. “La génesis del álbum fue de mucho dolor. Hubo una separación en donde lo pasé muy mal, sentí en un momento que me podía morir de amor”, añade el cantautor, con la misma sinceridad descarnada de su cuarto álbum en solitario.
A Chile llega con un formato compacto, junto a dos músicos con los que lleva a escena un disco que tiene a la ruptura como hilo conductor, pero que en lo sonoro corre en diversas direcciones: desde baladas acústicas y arreglos orquestales de la Filarmónica de Praga hasta piezas con aire sicodélico, trap y soul contemporáneo, elementos que han estado en su música desde el comienzo y que lo ubican como uno de los pioneros en la región de lo que hoy se entiende por música urbana.
“Pero aquí me mostré lejos del ‘ego trip’ del rapero. Me mostré roto y eso la gente lo sintió. Me escribió un montón de gente para contarme que esta música los acompañó en momentos difíciles”, añade Spinetta, entusiasmado con la idea de venir a mostrar su nuevo material a Chile.
“Allá siempre la cultura de la música adquiere un espacio súper importante, están actualizados siempre y por lo mismo tenía muchas ganas de ir”, cuenta.