Por Ivana Osuna
Hoy hace un año de la media sanción a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina. La cámara de Diputadxs le daba luz verde después de un largo, intenso y agotador debate de 20 horas entre lo que después la mala prensa llamaría “verdes” y “celestes”, como si de Boca-River se tratara. No. Nuestras vidas no son un juego.
Mientras, afuera en las calles y las veredas a lo largo y a lo ancho de las avenidas, la marea verde esperaba, expectante, no espectadora sino partícipe, como una enorme unidad, poderosa y desafiante. No habíamos llegado hasta ahí por casualidad: estábamos (estamos) exigiendo el derecho a decidir cuándo, cómo y con quién ser madres o no serlo nunca. Estábamos juntes y lo sabíamos. Lo que tal vez no nos dimos cuenta es que empezábamos a a(r)mar un mundo feminista.
¿Por dónde empezar? Siendo yo mujer y persona con capacidad de gestar, socorrista, hermana. Quiero escribir sobre todo lo que aprendimos, todos los datos que de repente teníamos en nuestro poder, cómo funcionaban los dispositivos políticos y partidarios, las cifras concretas sobre aborto, las mentiras, la discriminación, la falta de empatía para con un ser humano que lleva años viviendo en este mundo, contrastada con la exagerada muestra de ¿empatía? para con un embrión. O sobre Ofelia Fernández y una lección aplicable a todas las otras áreas de la vida, que les jóvenes tenemos voz y tenemos voto también dentro de la sociedad política en la que vivimos. Chiquita no me digas.
Quiero escribir sobre todo lo que me pasó después a nivel íntimo, la necesidad de ponerle cuerpo a la militancia, mi encuentro cara a cara con el feminismo arriesgado y con el quehacer socorrista. Recuerdo con mucho amor a las pibas que acompañé: Karen, Cinthia, Milagros, Evelyn, Luciana y muchos otros nombres con sus respectivas historias, sobre sus respectivas decisiones que las llevaron a buscarnos, a pedir ayuda a las Rositas. La militancia del número de teléfono: 3794789734, 3794789734, 3794789734. Info aborto seguro. Las socorras. Las Rositas. Rosa.
Quiero escribir sobre el dolor de reconocerme en Ana María Acevedo y en todas las que, con ella, sufrieron el abandono del Estado en su propia carne llevándose su vida. Me gustaría poder abrazar a sus mamás y a sus amigas, muy fuerte, en silencio.
Quiero escribir sobre la rabia de que representen a nuestra provincia Camau Espínola, Estela “la de los perritos” Regidor, Néstor Braillard Poccard, Julián Dindart, Oscar Macías y Jorge Romero, quienes decidieron mirar hacia otro lado mientras acá, en su territorio, el suelo que pisan de vez en cuando para la foto de la campaña, las niñas son abusadas sexualmente y obligadas a parir en contra de su voluntad a diario. La sensación de que nadie, absolutamente nadie, se está percatando que hasta la fecha no hay ni siquiera la posibilidad de acceder a un protocolo de aborto no punible, una ley que ya está vigente.
Un día como hoy, hace un año, me despertaba (porque me había quedado dormida mirando el debate) con la noticia de la media sanción y lloraba mirando a las fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal en la primera fila. Y son sentimientos encontrados, porque sabemos todo lo que pasó después y el tener que continuar poniéndole el cuerpo a una clandestinidad que duele, que aplasta, que apremia.
Pero también con la frente en alto, y el pañuelo verde con nudo firme a la mochila: ese 13 de junio de 2018, el aborto logró finalmente salir del clóset. Abortábamos, abortamos y abortaremos. En todos los tiempos verbales, somos las personas con capacidad de gestar y nuestras vidas las que están en juego cada día, todos los días. Y no vamos a dar marcha atrás.