El silencio puede volverse peligroso

Por Exe Arrua

Hablar sobre cromañon pareciera ser una leyenda, sin embargo por eso seguimos escribiendo. Porque recordar aquella noche es mantener encendida la esperanza, la cual sigue siendo necesaria. No solamente por lo sucedido si no también por la realidad en la que aún vivimos.

En tiempos de pandemia donde existen burbujas, barbijos y los espacios reducidos todavía hay un asesino suelto al que nadie persigue y que se mantiene activo: la justicia. Y tiene al mejor cómplice de todos, el estado. No importa el color de las banderas, este siempre está segundeando al delito.

En aquel entonces la música era el refugio de un país en decadencia donde los jóvenes canalizaban la ira y la falta de oportunidades. El resultado de La plata por debajo de la mesa y de los controles que se cobran pero que casi nunca se hacen. Las bengalas no fueron otra cosa que la materialización de un país devastado por una década de menemismo. Los nervios de una sociedad que intentaba sobrevivir.

Miles de pibes «drogados» y en «cualquiera» que pareciera que existen a partir de cromañon cuando en realidad lo que sucedió esa noche no fue más que el colapso de irregularidades de todo tipo en un país donde todo es atado con alambre y arreglado en un escritorio. Culpar a la música es muchísimo más fácil que ir por los funcionarios responsables.

Cromañon fue responsabilidad de una justicia mediocre que sigue habitando en nuestro país. Se repitió años más tardes en los trenes de once, hace unos días fue Paula Martinez, la otra vez un gatillo fácil y si caminas la calle seguramente sabrás que la corrupción vive a la vuelta de la esquina.

Para que no vuelva a suceder vos, yo y todos tenemos que hacer algo, el silencio puede volverse peligroso si es usado para no involucrarse. Quizás tendríamos que dejar de opinar, de señalar y esperar que él de al lado cambie para hacerlo nosotros. Cromañon nos pasó a todos. Esa noche se silenciaron infinitas situaciones e irregularidades que costaron más de 200 muertos.

El manoseo y el clientelismo siguen a flor de piel. Todos los días la inoperancia judicial se cobra una vida. Quizas Gardel nunca cante con los Beatles en la plaza de tu barrio y los diarios sigan manipulando la informacion, Pero por suerte a dieciocho años de lo sucedido el aborto es legal, el gobierno fue de una mujer y ya no nos persiguen tanto por fumar marihuana. La música no mata, la corrupción si. «No olvidar, siempre resistir. A las masas pensantes no las vencerán jamás»

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