La última edición impresa del Argentinisches Tageblatt y la crisis de la prensa gráfica

Nota de Tatiana Ledesma Flores

El 13 de enero el periódico alemán que informó a la sociedad desde 1889, publicó su última edición impresa. Por un lado, es complejo sostener un medio gráfico clásico y por otro, fue una cuestión de honor.

En los inicios del 1870 la sociedad argentina se transformaba a pasos agigantados, recibiendo a inmigrantes de diversos países que venían a poblar y trabajar la tierra. Así llegó una gran ola de alemanes, austríacos y suizos.

Adaptarse al idioma y las costumbres no era fácil. En muchos casos, los inmigrantes se reunían en sus propias colectividades para socializar y contar noticias.

De esta forma, en 1874 el inmigrante suizo Johann Alemann, inició en Santa Fé un periódico para colonos de su país. Con el paso de los años y el crecimiento de comunidades germanoparlantes, el diario se trasladó a Buenos Aires.

Así en 1889 el Argentinisches Tageblatt adoptó la forma que tendría hasta su última edición impresa, el pasado 13 de enero. Con su tipografía gótica, sus hojas tradicionales estilo sábana y una marcada línea liberal, era parte de la misma historia argentina.

Sucede que era el único diario vigente que emitía información internacional con una mirada argentina. A la par, de contar con diversas secciones nacionales, en su mayoría ligadas al ámbito político.

De tirada semanal, también tuvo sus controversias. Durante la Segunda Guerra Mundial mantuvo una clara oposición al nazismo. Mientras que durante la última dictadura militar tuvo una línea positiva.

El 7 de enero de este año y tras una larga enfermedad, falleció Stefan Kuhn, quien trabajó para el periódico por más de 30 años y desde 1996, se desempeñaba como editor en jefe.

Este fue el último golpe que el diario pudo sostener, entendiendo que Kuhn cumplía un papel fundamental para su desarrollo.

“La muerte de nuestro editor desde hace mucho tiempo Stefan Kuhn nos ha golpeado duro. Además, se ha vuelto cada vez más difícil económicamente dirigir un periódico en alemán en Argentina”, fueron las palabras publicadas el 13 de enero en la página oficial de Facebook del Argentinisches Tageblatt.

Y agregaron que “agradecemos a nuestros lectores su lealtad a lo largo de los años”. Esa lealtad fue la que mantuvieron con el editor en jefe, quien literalmente le dio su vida al legado histórico del periódico.

Actualmente es complejo sostener un medio gráfico de estilo clásico y para un público específico. Cabe destacar que el diario La Nación, que mantenía el mismo formato sábana, tuvo que ayornarse en 2016. Achicó sus medidas para seguir vigente.

Sin embargo, el Argentinisches Tageblatt por el momento mantiene su formato en línea. En una última encuesta se estimaba que alrededor de veinte mil personas en todo el mundo leían el diario en su formato digital. Motivo por el cual, la Embajada alemana en Argentina, tiene claras intenciones de mantenerlo en esa presentación.

La Embajada también se expidió al respecto de la muerte de Kuhn, manifestando que honrarán su memoria y lamentando el cierre del periódico después de 134 años. La institución mencionó que en tres siglos se publicaron 32.423 números.

Como ente que promueve el diálogo, expresaron que el diario cumplía la misma función con sus líneas. A la par, gozaba de gran estima en toda Europa.

 

 

En 2012 la edición digital ganó el premio “Diálogo por Alemania” en Berlín como mejor periódico extranjero en lengua alemana. Una parte de la historia de la Embajada también cerró ese 13 de enero.

Aquí se mezclan varias cuestiones, ya que el Argentinisches Tageblatt era más que un medio que generaba ganancia. Su creación tuvo un trasfondo de unión ligado a la información y tenía fuerte conexión con la Embajada.

Sus textos se leían como la opinión argentina de conflictos internacionales en el mundo y conformaba a la historia nacional. Claramente en la actualidad los medios digitales son los que se mantienen en el mercado.

Sin embargo, el trasfondo de su creación se mantuvo a lo largo de todos los años hasta morir Kuhn. Así se decidió que era hora de dejar descansar a las máquinas de imprenta también. Un fin casi poético, que manifiesta lo que en la cotidianeidad de la vorágine del mercado de los medios falta, lealtad.

 

 

 

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