Murió impune

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Para https://galilea.ar/

Domingo 14 de febrero, almuerzo en familia en la casa de mi abuela por parte de mi papá. Ella en la cocina, yo sirviendo el mate. Poco antes de las doce mi papá comenta: “Murió Menem”. Automáticamente le respondo: “No te creo nada”. Mi abuela no dijo mucho. Sin embargo era cierto.

En un primer momento no le creía porque ya hacía tiempo que salían noticias falsas con la muerte de diferentes personas conocidas: Susana Giménez, Mirtha Legrand, la Reina, Menem.

Agarré mi celular y prendí la tele: sí, efectivamente se había muerto. Me comuniqué con mi mamá (“un hijo de p*ta menos”) y amigas.

Seguí sirviendo el mate normalmente, seguimos conversando con mi abuela. Le comento: “ no festejo la muerte de nadie, pero no todas se lamentan, a mi no me duele su muerte”. Mi abuela con mucha jactancia y júbilo me replica: “Yo sí celebro su muerte, me alegra y se la deseaba”. “¡Ay Teresa!” exclamé.

¿Qué? ¿Lo reivindicas? Si él a nosotros sí nos quiso muertos”.

Ella sabía que no. Como dicen los que saben de comunicación: no es lo que se dice, es el cómo, y ella lo había dicho de tal manera que me hizo dar mucha bronca, quizá aún más de la que tenía cuando estaba vivo y lo veía en el Senado: se había muerto Menem, corrupto y tránsfuga a mansalva y sin haber pagado por ninguna de sus causas, impune.

La voladura de Fabricaciones Militares en mi ciudad claramente marcó un antes y un después. Pese a las diferencias de todo tipo que hay en cualquier grupo humano, la causa Menem nos encontró juntos, con fuerza y decisivos a la hora de reclamar a la Justicia. El Concejo Deliberante hacía tiempo lo había declarado “persona no grata” por mayoría del recinto.

Fueron principalmente sus negocios oscuros los que lo llevaron a la decisión de hacer explotar la ciudad. ¿Qué le tiene que pasar por la cabeza a alguien para decir: hagamos explotar una ciudad? Escapa a toda explicación posible; él era una persona cínica, sin el más apego por la vida humana y únicamente centrado en el capital perverso.

Qué demencia: hacer explotar una fábrica y, con ella, la ciudad. Así, sin más. Como si habláramos de decir “comamos una pizza”, “esta noche salgo”, “traeme comida”, “explotemos una ciudad”.

Cuando Fernández declaró 3 días de luto pensé: ¡qué decisión de re mi*rda! No me equivocaba, apenas se puede decir que a su luto en el Congreso fueron no más de 250 personas. Nadie. Una mujer que estaba en la fila para entrar y saludarlo, dijo: “es la lluvia”. En CABA llovía ese domingo. No obstante, sinceramente no lo podía creer, nosotros los peronistas -que somos una corriente necesariamente humanista- sabemos que a nuestras convicciones no nos las detienen nada ni nadie, que defendemos nuestras banderas a capa y espada y contra viento y marea. Que para nuestro líder o jefa vamos a estar siempre, argumentando y debatiendo donde sea necesario y presentes donde haga falta. Pero claramente Menem había sido cualquier cosa menos peronista, sus políticas fueron espantosamente neoliberales, acomodaticias con el interés concentrado y siempre en vistas de ese capitalismo desenfrenado. ¡Qué superficial!

Menem reinó para el momento, jamás pensando en la historia, en el futuro.

Así quedó sepultado en el olvido, no pasó a la historia. Salvo será recordado como una persona que se las vio de 1000 maneras posibles para ultrajar al pueblo argentino de cuanta forma pudiera. Fuiste una persona mala, egocéntrica, cegada por los lujos y la fiesta, una persona descortés e ignorante, que faltó la palabra al pueblo y que lo humilló ingente veces.

Fuiste grosero con la democracia e indigno de tu banca, fuiste económicamente inmoral, empobrecedor y hambreador. Depredador voraz de la industria nacional. Mentiroso y pirómano serial. Abyecto con los tuyos y fiel a las privatizaciones. Corruptor de toda una generación de jóvenes. Tomaste deuda a diestra y siniestra. Continuaste con la 1era experiencia neoliberal instaurada en Argentina con el último golpe.

Estuve muy de acuerdo con la Municipalidad de la Ciudad cuando dijeron que no adherían al luto nacional, fue una acción justa y eficaz. ¿Luto de qué? O más bien ¿de quién? En todo caso, luto por todas las muertes por culpa de su corrupción. El hilo en twitter de no adhesión de la ciudad al luto nacional se hizo viral y estuvo en boca de todos los noticieros, la meta había sido lograda: Río Tercero sí existía.

Como dije al comienzo, a su funeral no estimo que hayan ido más de 250 personas, a lo sumo 300, no más. Había pocas flores y presentes a modo de conmemoración. Murió solo y viejo, esclavo de las trasnacionales y el capital financiero foráneo. ¡Cómo se nota cuando no se gobierna para el pueblo! Digo, no vi ni a un solo empresario, tampoco a nadie de las altas esferas socio-económicas ni mucho menos a los minoritarios beneficiados por sus políticas. Le dieron/dimos en su muerte una cucharada de su propio remedio: estuvo solo como él dejó solo a todo el pueblo argentino.

 

Ahora que lo pienso bien y citando a Hebe de Bonafini:

La verdad no lamento su muerte, ni tampoco deseo que descanse en paz”.

Murió impune.

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