El mediodía de este viernes la organización Abuelas de Plaza de Mayo anunció la recuperación del nieto 133. Un repaso por la importancia de mantener activa la memoria.
133 así sin más, sólo número sin descripción. Conforme pasan los años ese número se agiganta y se sabe de lo que se trata: nietxs recuperadxs por Abuelas de Plaza de Mayo.
Escribir sobre un nieto recuperado siempre es conmovedor e inevitablemente una lágrima recorre la mejilla. Es una victoria más de las Abuelas.
Remite a esa memoria colectiva que han peleado constantemente por mantener activa y desde la mirada correcta.
En esta época de plena campaña política de cara a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias para las presidenciales, el odio a las conquistas de organismos de Derechos Humanos y el negacionismo brotan a borbotones.
Conocí la historia de las Abuelas en el 2005, tenía doce años, cursaba el último año de la primaria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y empecé la odisea de rendir el ingreso al Colegio Nacional.
El primer cuatrimestre era para mí un horror entre el dictado de Lengua y las matemáticas que odiaba.
Ya en la segunda etapa todo cambió, se cursaba los sábados a la mañana en el Colegio Geografía e Historia y ante el gran material de estudio, debía concurrir a un apoyo extra en un instituto que te preparaba para los largos exámenes.
Historia empezó con el desarrollo de la Guerra de la Triple Alianza, pasando por las presidencias históricas, la gran ola inmigratoria, los primeros sufragios y el peronismo.
A mitad de contenido llegaría la temática que en esa adolescencia me haría conocer el horror de lo que monstruos son capaces de hacerles su propio pueblo.
El teórico sobre la última dictadura cívico-militar inició con la renuncia de Isabelita y la toma de las Fuerzas Armadas del poder.
Era un material extenso y al principio el contenido eran nombres, fechas, lugares y datos que debía aprenderme de memoria.
Una tarde, porque cursaba después del colegio, me quedaría grabada en la memoria una clase. Recuerdo todo, lo que tenía puesto, mi peinado, mis aros y hasta cómo estaba sentado el profesor y lo que usaba.
Nos contó los métodos de tortura utilizados por los represores. Irreproducibles e indescriptibles.
Venía sobrellevando bien la situación hasta que el profesor explicó la desaparición y el robo de bebés, y la historia de búsqueda incansable de las Abuelas.
No pude pensar en mis abuelos y en mi familia, en qué sentiría sino conociera mi identidad, en qué pasaría si mis abuelos nunca me conocerían ni me pudieran brindar su amor único.
Mi mente en ese momento divagó en esos escenarios, mientras que el profesor enumeraba centros de detención clandestinos.
Me volvió a la realidad la risa de un compañero y la pregunta del profesor sobre de qué se reía.
Recuerdo que respondió que no podía entender lo que estábamos tratando y que le parecía como una película.
Entonces el profesor contó el método de tortura de la rata, el balde y el fuego, y con esos elementos ya es suficiente detalle para imaginar el horror que vivieron algunas personas en clandestinidad.
A mis treinta años me retrotraigo a esa época y pienso en mi compañero y en cómo le explicaría esta parte de la historia a mi hermano que en este momento, tiene la edad que yo tenía en ese año.
Considero que debe existir una planificación escolar en la que esta parte de nuestra historia como país, se adapte a ser descrita y contada a cada edad con el cuidado, los recaudos y la paciencia necesaria para comprender la incomprensión que muchas veces sucede.
Para quienes somos hijxs de la democracia en algunas ocasiones nos vuela la cabeza saber que durante aproximadamente ocho años, reinó el terror en el país.
En este sentido, la memoria colectiva juega un papel clave y siempre hay algo nuevo por descubrir, por contar, por visibilizar y hasta festejar como victoria.
El mediodía de este viernes 28 de julio del 2023 se transformó en un día histórico. Abuelas de Plaza de Mayo anunció en una conferencia de prensa la restitución del nieto 133.
Se trata del hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, quien a la par es nieto de la abuela Nélida Navajas, ex secretaria de la organización, que falleció en 2012.
El anuncio se realizó en la ex Escuela de Mecánica de la Armada que funcionó como centro clandestino de detención y donde en la actualidad se constituye el Espacio Memoria y de Derechos Humanos.
Cuando expreso que siempre hay algo nuevo por descubrir, es porque además buscando más información para realizar esta nota me encontré con data sobre la primera nieta recuperada.
Se llama Tatiana Sfiligoy, compartimos el mismo nombre.
Es un mensaje de memoria unida, de colectividad, de lucha permanente, de acompañamiento constante.
Me es imposible no emocionarme una vez más ante este detalle. Para algunxs un dato irrelevante tal vez.
Sucede que para la década del ´70 no era un nombre común y en los ´90 cuando nací, tampoco.
Siempre está en la jerga colectiva el mencionar que nos pusieron tal nombre por tal persona o decimos: “me llamó así, como esta persona”.
Tatianas conocidas hay pocas, la Virgen rusa y la cantante infantil mexicana. En mi caso es “me pusieron Tatiana, por la Santa patrona de Rusia”.
Sin embargo, desde ahora tengo 133 razones para gritar con orgullo que me llamo como la primera nieta recuperada por las Abuelas.
Sí, la columna fue bastante autorreferencial, pero el conectar personalmente con estos hechos tan trascendentales para nuestro país es hacernos parte de la historia y de las actividades por la memoria permanente. Pensalo.
¿Y vos, cómo cuál nietx recuperadx te llamás?