Por || Mayra Escobar – @_carpe.diem, Instagram – || Fotos: Teté Paz – @tete.paaz – Instagram ||
La tarde iluminada a orillas del Paraná invitaba a la previa desde temprano, acompañando al jolgorio de la gente que venía en micro desde Paraguay, Formosa, Entre Ríos, y por supuesto interior de Chaco y Corrientes.
Banderas flameando desde primeras horas del atardecer adornaban el cielo y dibujaban en la retina imágenes de fans y familias difíciles de describir. Un complemento perfecto de sol, rio y rock.
Luego de unos años, de cambios de fechas y de lugar, al fin llegó el día en el que el Taragüí, recibió a una de las bandas de rock más convocantes de los últimos tiempos.
Las puertas se abrieron a las 19.30 invitando a la gente a ir a buscar su lugar. Muchos que ya estaban desde temprano ingresaron para descansar e hidratarse en los puestos de salud brindados por la Cruz Roja, al igual que muchas familias ansiosas porque los más pequeños de la familia vean a la banda de su vida.
Era tal la alegría que el show previsto para las 21.30, terminó arrancando 22.30 debido a la aglomeración de gente esperando por entrar. Finalmente, daba inicio el show de luces reflejando la entrada del Pato acompañada por los acordes de “Bienvenidos” y el agite de la gente que ya ocupaba todo el predio, haciendo que nos olvidemos un rato del frío imperante que iba buscando lugar.
Continuó enganchado con “Ciegos» y nos daba la bienvenida oficial a un nuevo show de Don Osvaldo. El pogo no se hizo esperar demasiado ya que seguidamente el público explotó con “9 de julio”.
Obviamente, hizo mención al grito de justicia que aún siguen pidiendo por los pibes de Cromagnon, dedicandoles dichas palabras junto con la canción que escribieron para uno de los sobrevivientes: “Latidos» y «Normal», canciones con la que comenzaba una noche llena de música.
La lista apenas si empezaba a correr, ya el viento fresco era una caricia para los cuerpos empapados en sudor por el pogo y los saltos como si de olas del mismo río se tratara. «Rotos y descosidos», «Sonando», «Barrilete» y una seguidilla entre «Vicioso, Revolución y Vicioso», nuevamente hicieron que la fiesta comience a ponerse cada vez mejor, finalizando este bloque con «Rehén».
Mientras la luna iba girando, las canciones hacían lo propio. Ahora llegaba el turno para «O no», «Morir», «Ilusión» y «Tanto de todo», como gritos de guerra ante las injusticias de la sociedad, de los gobiernos y ante las faltas de respuestas. Pero no quedaría todo ahí, el viento soplaba una vez más, en esta oportunidad, llenaría el saxo de todo su poder para acompañar el compás y bailar un rock en el suelo del chamamé, confundiendo su sonido con un sapucay; mientras tanto, «vaivén», «la llave», «misterios», «algo mejor, algo peor», «el nudo» llevaron las pulsaciones a mil, hasta que «Sueño», fue una manera de recuperar el aliento.
Todo seguía corriendo tal lo previsto. Canciones que son emociones, canciones que hace tiempo estaban esperando ser cantadas en aquella región del país; algunos estaban disfrutando el momento. Otros, quizá, presentían que la noche se empezaba a despedir. Pero no sin antes pasar por «Estampita», justo en una de las provincias con mayor tradición y que tiene a su Virgen Morena como patrona y se dirime o comparte la devoción con el Gauchito Gil. Allí esa canción con bandoneón, punteo de guitarras y rasguidos, volvieron a emocionar a propios y extraños. Unas palabras, acomodar algunas cuestiones técnicas y los tres golpes de palillos arrancaban «Dos secas», «Vaso, un lugar y vaso» nuevamente hasta dar con «si me cansé»
Fueron dos horas de pura fiesta donde, en reiteradas veces, agradeció al público “Gracias a ustedes que nos bancan las entradas, estamos acá y podemos seguir tocando. Somos una banda que se sostiene gracias a su gente, a ustedes. No dependemos de ningún gobierno de turno y puedo decir lo que se me canta porque no les debo nada, me chupa. Todo es gracias a ustedes gente.” Y arrancaba a cantar «Acordate» finalizando la larga lista con la tan esperada “Suerte», aquella que terminó de desgarrar las gargantas congestionadas e inflamadas por una larga noche de canciones y emociones que hacen sentir que para casi todo hay solución; esta vez el coro se hace escuchar y le hacen saber al Pato y la banda la suerte de «verte y festejar también».