El 2 de enero del 2018 un inquilinato del barrio San Marcos en el que estaban alquilando habitaciones un grupo de brasileros, presentaba un clima propicio de los primeros días del año.
Estaban de buen humor, ya que era el cumpleaños de un integrante del grupo.
Entonces Wenderson Souza, Felipe Macedo de Souza, Marcos Silva Juniors, Ana Carolina de Jesús Santana, Laecio Macedo y Luis Macedo realizaron un asado que compartieron con quien les alquilaba el espacio, Griselda López, y su hija mayor, Irina.
Ya en la sobremesa y en horas de la siesta Griselda se fue a lavar ropa de los extranjeros, ya que ellos le habrían pagado por este trabajo.
Mientras realizaba esta labor, escucha a su nieto de meses, hijo de Irina, llorar. Motivo por el cual, le pidió a su otra hija de 10 años que buscara a su hermana para atender al bebé.
La menor le respondió que su hermana había salido a comprar carne en ese momento, por ende la misma Griselda se dirigió a la habitación de Irina.
Llegando a la pieza encuentra a Souza, quien sale rápidamente del lugar. Ella le habría preguntado “¿qué pasó?», al verlo en esa actitud. A lo que él respondería “nada”.
Al ingresar a la habitación observa la escena más dolorosa para toda madre. Su hija ya estaba sin vida y en un charco de sangre, producto de la violación a la que fue sometida. Así lo determinó la autopsia.
Si bien estos datos son escabrosos, son claves para entender la magnitud de la brutalidad con la que le habrían arrebatado la vida a Irina, una joven de 15 años y madre de un bebé.
Desde ese momento para la vida de Griselda fue un golpe tras otro por parte del Estado provincial, quien la revictimizó todas las veces que pudo.
La prensa en esa época no dejaba de señalarla como “la mala madre”. Incluso la habrían acusado de prostituir a su propia hija.
Del dolor del entierro al dolor de tener que escuchar una mentira tras otra en los medios de comunicación.
La estocada final se la dió la jueza Irma Domínguez del Juzgado de Menores y Correccional Nº 2, quien le sacó la tenencia de sus otros hijos y de su nieto.
Y como cada historia de estas características, siempre aparecen las mujeres feministas a salvar donde el Estado abandona.
Las “locas”, las “aborteras”, las “quilomberas”, esas pelearon y pelean codo a codo con Griselda para que obtenga justicia.
Tras tocar miles de puertas con ella junto a su apoderada legal en ese momento, Nora Maciel, y el abogado Salvador Pischedda, lograron que se le restituya la tenencia de sus hijos y nieto.
Como si no pudieran existir peores agravantes, el día que los niños fueron sustraídos del hogar, se le dijo a Griselda que irían a una revisión en el hospital.
El grupo de efectivos policiales que se acercó al domicilio jamás mencionó la orden de la jueza. Se llevaron a esas infancias a costa de engaños.
Meses después el cónsul de Brasil, quien en ese momento era Sergio Taám, se reunió con el gobernador Valdés. Tras la charla que no trascendió, pero sí las fotos, fueron liberados Felipe Macedo de Souza, Marcos Silva Juniors, Laercio De Macedo y Luis De Macedo.
Desde esa fecha el único detenido es Wenderson de Sousa, quien espera el inicio del juicio el próximo viernes 10 de marzo.
Para la querella y las organizaciones feministas que acompañaron en todo este proceso a Griselda, es muy importante que todas las personas sean condenadas.
Entienden que para que suceda el femicidio, tuvo que haber un aparente encubrimiento.
Tras cinco años finalmente empezará el juicio. En el medio Griselda ha luchado con cuerpo y alma buscando justicia para su hija.
Irina falleció de una forma atroz. Entendiendo lo que sería capaz de hacer el imputado y la gravedad de sus actos, se espera la pena máxima.