Una de las cosas tan interesantes como tétricas que tiene la industria del cine en Hollywood (sí, la meca del cine tiene su costado creepy), es aquel halo de misterio y sorpresa que envuelven a ciertas películas, en su pre y post producción, así como también durante su rodaje.
No hablaremos concretamente de películas como ‘La Llamada’, donde “si ves a la noche estando solo, sonará el teléfono y una voz te dirá que morirás en siete días”. No haremos referencia a maldiciones que permanecen en estas películas, sino que hablamos de una seguidilla de coincidencias y sucesos que pasaron -como bien lo dijimos- en la pre, rodaje y post producción de determinados filmes, así como también hechos que tuvieron relación con el producto audiovisual: tanto en referencia a los actores como también directores o la puesta de escena en sí. Nos regiremos bajo la frase “creer o reventar”.
Aquí el público lector tendrá una crucial participación, ya que de él será la tarea de decidir si lo que aquí se plasma es creíble y se permite el beneficio de la duda, o todo sea parte de una teoría conspiranoica y todo sea parte de un mero espectáculo transformado en leyenda urbana. Sí, también le daremos la palabra a ese público escéptico, pero por lo pronto presentaremos algunos casos de películas en donde, detrás de cámaras, no hubo más que tragedias.
El Mago de Oz (1939)
Se considera una de las películas más accidentadas de la historia. El personaje de El Hombre de Hojalata fue sustituido debido a una reacción alérgica al polvo de aluminio del maquillaje. La conocida Bruja del Oeste casi murió quemada en la escena en la que desaparece tras una nube de humo. Además, su doble también sufrió quemaduras cuando su escoba explotó en una escena. La perrita Toto (quien en realidad se llamaba Terry), fue pisada por un miembro del rodaje y no pudo finalizar la película. Se dice también que uno de los actores se suicidó en pleno set.
El Exorcista (1973)
Ya antes del comienzo el rodaje, este tuvo que posponerse debido a que se produjo un incendio en el decorado de la casa de los McNeil, y lo único que quedó intacto fue la habitación de Regan. Ellen Burstyn -quien interpretó a la madre de Regan- sufrió un fuerte daño en la espina dorsal en la escena en la que es lanzada contra el suelo. El golpe la dejó lesionada de por vida y los gritos de dolor que escuchamos en la película son reales. Los actores Jack McGowran y Vasiliki Maliaros murieron estando la película en postproducción, y casualmente los personajes a los que interpretaban también morían en la película. Lo que sufrió Mercedes McCambridge -la actriz era quien daba voz al demonio que poseía a Regan- fue que su hijo mató a su mujer y a sus hijos para después suicidarse.
Poltergeist (1982)
¿Por qué surgió la maldición? Porque dicen que se usaron cadáveres humanos reales en algunas escenas, concretamente en la de la piscina. La primera en sufrir las consecuencias fue Dominique Dunne quien encarnaba a Dana Freeling. La actriz sufrió una fuerte agresión de su ex novio, John Sweeney, que trató de estrangularla y la dejó en coma irreversible por la falta de oxígeno al cerebro. Apenas unos días después fue desconectada por decisión de sus padres y los médicos. Después llegaría el turno de la niña, Carol Anne, a quien daba vida Heather O’Rourke. Tras terminar de rodar la tercera entrega de la trilogía, con apenas 12 años de edad, murió tras sufrir un ataque cardiaco debido a un choque séptico provocado por una estenosis intestinal, que los médicos no diagnosticaron correctamente. Tiempo después moriría Julian Beck, quien debía aparecer en la secuela de Poltergeist, murió a los 60 años a causa de un cáncer de estómago.
La Pasión de Cristo (2004)
Mel Gibson dirigió esta película en la que se dice que se invocó a la furia de Dios. El protagonista Jim Caviziel y el director asistente Jan Michelini fueron alcanzados por un rayo durante el Sermón en la Montaña. No era la primera vez que un rayó golpeó al director asistente.
Una cuota de escepticismo
Sea un mero show de coincidencia, o películas que despertaron la furia de espectros quienes maldijeron estos filmes con muerte y desgracias, lo cierto es que pueden verse a todas estas historias y anécdotas como una suerte de estrategia para que la película se promocione a través de una de las mejores maneras posibles: en boca en boca. Al generarse todo este tipo de sucesos y mediante entrevistas y relatos desde las personas encargadas de estos filmes, lo cierto es que estos últimos llaman al morbo e interés de las personas, donde las mimas no dudarán en seguir sus instintos para poder comprobar qué de cierto hubo en todo ello.
En el caso del “suicidio” en el set de El Mago de Oz, las descargas on line de este film desde sitios web de películas ha aumentado un 40% en 2019, siendo así este film de los años 30 una de las películas más descargadas en ese año, cuando se supo lo de su leyenda urbana.
Como ella, también hubo muchos casos similares en donde dichas películas ganaron cierto “prestigio” por las desgracias que allí ocurrieron. Tal como dice la frase: “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Todo lo que genere promoción y popularidad es bienvenido en el mundo de Hollywood, y estas películas (como muchas otras no son la excepción). No es de extrañar entonces, que con el paso del tiempo se hayan exagerado ciertos sucesos o inventado nuevos (como en el caso de los Creepypastas, leyendas urbanas originadas en el internet). A la industria cinematográfica le sirve para generar más debate en torno a su película, y a nosotros para alimentar nuestro morbo.
Sea como sea, todo forma parte de la gran “esfera de la industria cultural” y todas estas tragedias pasan a ser objetos de consumo, ya sea para avalarlas o refutarlas. Si el público escéptico es capaz de poder refutar estas “maldiciones” con argumentos sólidos y aval, está en todo su derecho hacerlo y servirá para poder entender mejor la relación morbo-consumo masivo en el mundo del cine. Y sino, de todas formas, podemos seguir consumiendo películas “malditas”. Quién sabe, tal vez siendo minuciosos y mirando con atención, podamos visualizar una sombra misteriosa u objeto o persona rara escabullirse entre escena y escena.