La cultura de la cancelación con respecto al mundo de los dibujos animados

Por: Hugo Borghi Montenegro

Para: Sin Aportes

A lo largo de toda nuestra vida, fuimos bombardeados constantemente por el mundo de la industria cultural y aquellos productos culturales, mediante los medios masivos de comunicación: la radio, revistas, libros, diarios, la televisión (más que nada).

“La ficción imita a la realidad”, dicen. Esto lo vemos manifestado en toda nuestra cotidianeidad: la clásica frase “basada en hechos reales”, por ejemplo. Pero más que nada, cuestiones sociales casi atemporales, que dieron que hablar en su momento y lo siguen haciendo hoy en día.

Lo que nunca hemos visto venir es el poder de los medios de comunicación y una herramienta sumamente importante y colosal que se le otorgó al público: las redes sociales. No solo hablamos de lo tecnológico, sino también de lo social: pareciera que conforme pasa el tiempo, las nuevas generaciones adquieren un mayor grado de raciocinio y poder de análisis ante estos productos culturales y de ocio. Para no seguir generalizando, pasemos específicamente al caso de los dibujos animados.

Muchos de estos fueron bastante polémicos en su época, debido al fuerte contenido de su discurso y del mensaje entre líneas que querían transmitir: Los Looney Tunes, por ejemplo, fueron una herramienta constante de influencia y hasta burla desde el lado del gobierno, ya que Bugs Bunny fue un arma fundamental para desestimar y subestimar a la franja oriental, amenaza durante la Segunda Guerra Mundial.

Este es solo uno en muchos casos, pero conforme fue pasando al tiempo hubo varias ocasiones en donde lo social primaba en la trama de estos tiernos, pero polémicos dibujitos animados: Bugs Bunny haciendo apología al travestismo, la portación de armas de la mano de Sam Bigotes, o estereotipos raciales como en Speedy González, y la apología a la violación y el acoso sexual desde el lado de Pepe Le Pew.

Estos dos últimos fueron Trending Topic en Twitter, debido a que un columnista del New York Times había recalcado las falencias de estos personajes, culminando así en una cancelación inminente. Desde el lado de Le Pew, se critica el acoso hacia el personaje de Penélope Pussycat. De González, explican que es un burdo estereotipo de un ciudadano mexicano promedio: vago, con un inglés tosco y con la vestimenta típica del país, pero versión paupérrima.

Cancelar o no cancelar, he ahí el dilema

Antes de seguir pongamos en claro, ¿qué es cancelar? Este acto que generalmente se genera a través de las redes sociales, consiste en erradicar de todos los medios y de la opinión pública a un determinado personaje o producto, en base a sus malos hábitos, un mensaje erróneo para la sociedad o por algo puntual y polémico que ha hecho o dicho.

Por su cancelación, a estos personajes ya hasta le valieron la permanencia en la productora que los vieron crecer: recordemos que en julio de este 2021 se estrena Space Jam 2, y tanto Speedy González como Pepe Le Pew estarán ausente en la cinta.

Teniendo en cuenta esto también nos preguntamos, ¿es necesario cancelar? La respuesta está dividida: por un lado, aquel sector tajante que dice que sí, ya que transmiten un mal mensaje, pero por otro lado hay un sector más consciente que quizás sea algo muy precipitado e inapropiado.
Cancelar es hacer de cuenta que nada pasó, que ellos no existieron, que todo sigue estando políticamente correcto y nadie se ha salido del carril. Es por ello que no hay que hacer de la cancelación un hábito ya que, si lo hacemos con todo aquello que nos haga ruido, estamos negando la evolución que hemos tenido como sociedad y ese “click” que hemos hecho como sociedad, como pasó con varias cuestiones sociales y temas “tabúes”, como la lucha feminista, el protagonismo de colectivos como el LGBT, etc.

Hay que tomar conciencia de que la evolución de estos personajes ha cambiado conforme fuimos creciendo y hemos abierto la cabeza. Es por esto que ahora nos hacen ruido muchas cosas que quizás antes no.

 No a una cancelación compulsiva

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, reza una frase clásica que pasó a la posteridad. Y nuestra mente, justo con las redes sociales y medios de comunicación, es un poder que puede hacer que logremos cosas potentes y significativas en la opinión pública. Es por eso de que, así como somos conscientes que hay muchas cosas del pasado que ahora no encajan en el presente y descolocan un poco, también tenemos que ser lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta de la evolución que tuvimos en nuestra manera de pensar y ver las cosas, y tener presente estos personajes “malos” como ejemplo de lo que no se debe hacer. Ese es el punto: lograr discernir qué está bien y qué no tan bien. Y de aquello que quizás no está tan bueno, decir “ok, esto estuvo bueno en su momento. Ahora no. Pero ¡qué loco!, logramos darnos cuenta de ello”, para así poder decir “esto… ya no más”.

Es evidente que a lo largo del tiempo hemos cambiado nuestra forma de pensar -individual y como sociedad- y eso llevó a un cambio de paradigma, ruptura de tabúes y un mejor desarrollo de temas delicados en los medios de comunicación, y es justamente todo esto lo que hay que tener en cuenta y priorizar, para poder visualizar dicho cambio y para no volver a cometer los mismos errores del pasado.

Esto es algo que se logra no colocando todos los errores o lo mal hecho debajo de la alfombra, como se lo suele hacer cancelando, y es algo que hay que tenerlo en cuenta, para poder realizar un correcto ejercicio de lo que ahora está de moda: la cancelación.

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