Sergio Dawi: “No fantaseo ningún encuentro forzado con Los Redondos”

El ex saxofonista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota habla con Rock.com.ar de su presente con La Kermesse Redonda, un show que rescata la esencia y el espíritu de los comienzos de la banda en teatros under, juntando nuevos y viejos amigos. Un repaso por “las canciones”, como a él le gusta nombrar en tono amable a esos temas que se convirtieron en clásicos del rock nacional y fundaron el mito.

¿De qué trata La Kermesse Redonda?

La Kermesse es una fiesta con mucha emotividad; un encuentro deseado. Casi una familia. Por eso es un lugar necesario. Y no solamente por las canciones. Las canciones son la excusa. En esta época de tanta oscuridad necesitamos tener momentos emotivos, de fraternidad, de alegría, de fiesta. Es cargarte de un buen estado de ánimo. Cuando terminamos cada show -en ese sentido- lo sentimos como una misiòn cumplida.

¿Cómo se les ocurrió empezar con esta fiesta?

Fue todo un proceso. Cuando terminamos el último show con Los Redondos, cada uno se fue adaptando a su futuro. Semilla siempre tuvo lo de la pintura, la plástica y el desarrollo de su imaginación. Yo tenía mi cuota experimental con Dos Saxos Dos y comenzamos a grabar con Dawi y los Estrellados una serie de tres discos, que me permitieron cantar y componer para la banda ,por otro lado armé un espectáculo performático que se llamó Video Sax Machine en donde la música y el saxo dialogaban con una selección de cortometrajes. Todo esto tenía que ver con mi mirada del mundo.

Ahí te fusionaste con Semilla…

Semilla siempre participó en Dos Saxos como invitado. Yo también iba a las inauguraciones de sus exposiciones. Una vez me invitó a La Plata. Hicimos una función en la que él empezó a dibujar con un lápiz óptico en su notebook y esas imágenes se proyectaban hacia el escenario en donde yo era parte de la pantalla y tocaba. En esa intervención encontramos un diàlogo, un lenguaje que tomó cuerpo y forma. A partir de ahì constituimos el duo Semi-Dawi.

¿Cómo viviste ese encuentro?

Fue una experiencia muy feliz y nutritiva. Recorrimos casi todo el país. Quedamos sorprendidos por la respuesta de la gente frente a esta propuesta tan experimental, tan de improvisación, rozando la frontera de los géneros, las locuras de Semilla pintando y el diálogo que teníamos. Esto nos tuvo muchos años entretenidos.

Y empezó a tomar forma otro proyecto…

En un momento un amigo se nos acercó y nos planteó sumarle a ese presente algo de lo que había sido Los Redondos. Nosotros habíamos dejado esa etapa bastante encapsulada.Ya no era un año sabático, sino que había pasado una década. Lo pensamos y dijimos: bueno, ¿Por qué no? Entonces lo invitamos a Walter (Sidotti) que estaba con Comando Pickles.

¿Cómo fueron esas primeras funciones?

Al principio tocaba SemiDawi, después Comando Pickles y en el cierre hacíamos todos juntos unos temas de Los Redondos. Eso fue tomando forma. Hicimos varios shows.Pero el primer show que tuvo una formación cercana a la actual, fue uno que hicimos en El Emergente, donde nos convocaron para juntar un dinero para pagar una operación para Enrique Symmns. Tocamos y de alguna manera fue revalorar todo lo vivido.Reconocer en las canciones la voracidad que tenían y a su vez la actualidad, pertenecían a nuestro pasado pero hablaban de nuestro presente. Eso nos permitía tener un diálogo y una devolución con toda la gente que estaba entrañablemente ligada a Los Redonditos. Ese fue el comienzo y después nos fuimos dando cuenta de que eso estaba cada vez más vivo y que habiamos encontrado la manera de poder seguir disfrutándolo.

El teatro les está quedando cada vez más chico…

Las funciones en capital las hacemos en Groove. No es teatro porque no hay butacas pero tiene una medida similar. No hay necesidad de mirar por la pantalla lo que pasa en el escenario. También propusimos que se sumen artesanos y otros artistas ligados al imaginario redondo para que puedan mostrar y vender sus cosas. También con la posibilidad de invitar a otros Redondos. Estamos impactados por lo que nos pasa. Cuando recorremos el interior; Córdoba, Rosario, y ahora en Uruguay, ligamos con músicos de cada lugar y los invitamos a tocar.

¿Cómo llega toda esta gente a tocar con ustedes?

Es algo que se va dando . Algunos son de toda la vida y a otros los vamos conociendo y los invitamos. En el último show estuvieron Lula Bertoldi (Eruca Sativa), Juli Laso (La Orquesta Fernández Fierro), Ale Kurz (El Bordo), Manu de La Mancha de Rolando… En otros shows vino El Piojo Ábalos en batería, Willy Crook, Gorosito -que fue uno de los primeros guitarristas de Los Redondos-, El Conejo Jolivet…el soldado ,el Chino Laborde ,Cardenal Dominguez, la verdad es que estamos muy contentos. Todavía los temas nos siguen significando. Con Los Redondos tuvimos una producción muy grande; son como ocho, nueve, discos. Eso nos permite ir cambiando el show. En un momento fuimos a grabarlo a Enrique Symmns y lo pusimos en la pantalla recitando poesía mientras nosotros tocábamos. La Kermesse es eso: un disfrute.

Es un buen presente…

Si, porque tenemos este espacio que estamos alimentando. También sucede que en el último show, apenas terminamos los tres primeros temas, la gente empezó a gritar el Hit del Verano . Es un lugar de reivindicación y de libertad: donde hay pañuelos verdes y gente con banderas que se manifiesta. Es una una fiesta pagana. Ese espíritu de fraternidad y de compartir, son valores que me parece que tienen que ver con cierta nobleza en los vínculos .

¿Es muy diferente tocar en estadios que para un público de teatro?

La escala de estadio te exige una puesta en foco en donde es muy importante estar metido en la canción; ser la canción. Es un proceso que fuiste viviendo y te fue entrenando para llegar a esa cantidad de gente. Hay mucha emotividad en esos momentos pero también tu trabajo es no quebrarte por la emoción y hacer lo tuyo. Son momentos tan intensos que ahí la banda y la complicidad entre todos te refuerza y te permite estar enfocado.

¿Es importante esa complicidad que genera el grupo?

Con la banda estás amparado, pero también por las canciones y lo que generan. En general cuando uno habla de estas experiencias, es como hablar del amor; no son para nada fáciles de explicar con palabras.

¿Sos como una especie de nexo entre todos los Redondos? ¿Como el famoso “no tengo problemas con nadie”?

Sería ingenuo de mi parte decir que no tengo problemas con nadie. Cuando los vínculos son de muchos años tenés cosas hermosas y otras que no tanto. A mí en la suma y resta siempre me han dado positivo.

Cuando Los Redondos se separan vos sos uno de los primeros en volver a tocar con El Indio de invitado en un show.

En el caso de La Plata fue un acto de cariño, de reencuentro. Hacía varios años que no veía al Indio. Eduardo, el sonidista de aquellos shows, me insistió para que lo fuese a visitar al camarín y cuando nos vimos el Indio me invito a tocar al día siguiente. Hacía muchísimo que no tocaba los temas. Me acuerdo que llegué a casa y me puse a practicarlos (risas).

¿Cómo fue ese encuentro?

Muy lindo y disfrutable .Después tuvimos otro encuentro que también incluyó a Walter y Semilla con el plus de que participamos en la composición de un tema. El Indio nos propuso componerlo. Le mandamos la música y él le puso la letra. Después fuimos a la presentación en Gualeguaychú (14 de abril de 2014). Aquel fue un acercamiento con más compromiso; participar en uno de sus discos, con una canción, nunca había pasado. Fue un gesto de él que nos hizo muy felices. Estar juntos en un escenario los cuatro, después de tantos años, estuvo muy bueno. Como el final de Los Redondos fue medio trunco ese reencuentro con el público era algo que nos debíamos.

¿Te preguntan mucho de la famosa pelea? Debés estar un poco cansado de contestar sobre eso…

Si, un poco. Ahora El Indio escribió algunas cosas en su libro. Yo no me involucro en todo ese mundo. No me parece. No me gustó y ya está; ya pasó.

¿Pero fue una pelea de bar tan cómo se dice?

No sé…

¿Estaban sentados en una mesa, se pelearon, se fueron y chau? Digo, porque suena hasta ridículo que una de las bandas más grandes se haya peleado así….

Hay una parte de verdad y también una de mito. Y lo que pasa con el mito es que tiene mucho de distorsión . Hay que alejarse de esa idea de que esos muchachos que tocaban eran infalibles en su accionar. Lo que pasó demostró que son humanos y que también hacen cagadas. Cuando digo esto no quiero decir que uno sólo se equivocó o uno sólo tuvo razón; me refiero a la situación en general.

¿Cuál fue el primer acercamiento al saxo en tu vida?

De muy chico. Antes del saxo, tocaba flauta dulce y traversa. Primero en el colegio y después empecé a tomar clases. Vivía en San Telmo. Mi vieja era música y eso me influyó bastante. De chico ya leía partituras sin esfuerzo. Estudié piano y tuve una formación musical paralela al colegio primario. A los veinte años me fui a vivir a España. Ahí empecé de vuelta con la flauta traversa. Estudié en una escuela de jazz y me compré mi primer saxo. Se me hizo fácil el instrumento porque el saxo tiene la misma digitación que la flauta traversa . También empecé a trabajar de músico. Salía a tocar con orquestas, bandas…

¿Por qué te fuiste a España?

Me fui en el año 1976 por que era muy conveniente que me fuera por aquella época. Vivi en La Coruña, Galicia, Madrid, Barcelona, Canarias, hice vida de viajero… Estuve casi diez años.

¿Cuándo decidiste volver?

A fines del `85. Ya en época de primavera democrática. Ahí tuve la suerte de empezar a tocar con gente y armamos un dúo con Damián Nisenson que se llamaba Dos Saxos Dos que fue parte de la inauguración del Parakultural de la calle Venezuela. Ahí estuvimos tocando un buen tiempo, compartiendo camarines con gente de teatro, pintura y afines… era un ambiente muy gratificante y nutritivo.

Ahí conociste a Los Redondos…

Si una noche fueron Poly y Skay para ver el lugar. Querían hacer unas funciones con Los Redondos y nos vieron a los Dos Saxos y nos invitaron a tocar en el intermedio. Ese fue el primer contacto. Me acuerdo que a Willy Crook se le había roto su saxo y Skay me habló para que le prestara el mío para el show. Al poco tiempo Willy se fue para tocar con Los Abuelos de La Nada y me llamaron para ser el saxo de la banda. Fue todo muy vertiginoso. Había llegado hacía un año de España y no conocía tanto a Los Redondos. Entré justo en una época muy prolífica de tocar muy seguido.

¿Te acordás cómo fueron esos primeros momentos en la banda?

En un comienzo ensayar y tocar, ensayar y tocar. Ellos ya tenían dos discos grabados así que tuve que aprenderme los temas pero en seguida empezamos a trabajar en Un Baión Para el Ojo Idiota, que fue el tercero. Fue una época muy intensa.

Volvamos al presente. ¿Cómo pensás La Kermesse de acá al futuro?

La Kermesse no es una empresa que se piensa como un proyecto con objetivos concretos. Esto es música. Tiene más que ver con la emotividad, con encontrarle un sentido a lo que uno está haciendo. Esto lo llevamos adelante con Semilla y cuándo se nos acabe el brillo de estar haciéndolo, seguiremos con nuestras cosas. Para brillar tenés que estar con mucha convicción. Con deseos y ganas. Esta vida es tan compleja que nunca sabés cuando eso se termina. No proyectamos más que el próximo paso. Por suerte contamos con un equipo impresionante en donde Tito Fargo con su guitarra, Hernán Aramberri en la batería, Oski también en guitarra, Fede Garcia Vior en teclas y coros, Jorge Cabrera en voz y un equipo técnico en donde Edu Herrera y Horacio Piñeyro – de la época redonda – Hernan Huguet en visuales, Guido Gravano en sonido y Noelia Mori en producción ejecutiva hacen que la cosa sea muy disfrutable.

¿Qué pensás cuando ves padres llevando a hijos muy chicos a La Kermesse que cantan los temas de Los Redondos y nunca los vieron en vivo?

Cantan el hijo, el padre y el abuelo (risas). Todo es parte de esta fiesta. También van el albañil, el maestro, el doctor y el hijo del escribano; esa diversidad es parte de esta familia.

Yo me enteré que estaban haciendo La Kermesse por Instagram. ¿Qué te generan las redes sociales y el intercambio que proponen?

Tienen una cuestión adictiva que no me gusta. Pero bueno… tal vez debe ser porque soy de otra generación. Así viene el mundo. Tiene que ver con los mercados, las inteligencias artificiales… Cuando te das cuenta de que hace 50 años los que manejaban el entretenimiento eran los locutores de la radio; después vinieron los conductores como Tinelli y ahora son los youtubers. Esto te muestra cómo van cambiando las necesidades y se modifican contenidos. No veo un futuro muy auspicioso en este mundo de las redes. Es blanco o negro y yo soy amigo de la diversidad. Una red que es muy amplia y poco profunda, que no me termina de dar una sensación de satisfacción real.

¿En La Kermesse notás un público que se desahoga de todo ese mundo?

Ahí cada uno es lo que es. Si hay un pibe que es hincha de Racing, va con la camiseta; si una chica lleva el pañuelo verde, se lo pone. Cada uno es lo que siente que es o qué lo representa. Estamos todos unidos por esas canciones, lo que significan, lo que han significado y por el encuentro.

Ya que hablaste de pañuelos verdes, ¿Cuál es tu opinión sobre el aborto legal, seguro y gratuito?

Por supuesto que estoy a favor de legalizarlo. Me parece que estamos en una discusión medieval. Pudiéndose evitar tantas muertes. También tiene que ver con esto de cómo se va encaminado el mundo. Prefiero apuntar a la libertad; que cada uno pueda elegir lo que quiera en esta vida.

En este mundo de hiperconectado, tan instagrameable, Los Redondos se harían una fiesta criticando lo que pasa. Podrían volver para hacer un disco que hable de esta nueva era digital…

Lo curioso de todo esto es que las letras que escribió El Indio hace treinta años, siguen vigentes.Cada uno después de la separación lo siguió haciendo por su cuenta y a su manera . Esa mirada un poco ácida del mundo la hemos tenido al igual que infinidad de artistas.

¿Es imposible que llames a Skay y al Indio y charlen entre los tres? ¿O decirle a Semilla: mirá, yo lo convenzo a uno y vos convencelo al otro? (risas)

Mirá… es un deseo que hemos tenido todos; pero bueno, hay cosas que se dan y cosas que no.

A mí se me ocurrió que vos lo invites al Indio a un bar y que caigan Semilla y Walter con Skay sin que ninguno sepa que el otro estaba invitado…

Ni lo fantaseo. No somos más niños. Ya somos grandes y por ahí los acercamientos que se dieron, como esto que te comenté de Gualeguaychú, tienen que ser espontáneos. Sino las cosas no salen bien.

¿A Skay hace mucho que no lo ves?

Lo ví hace un par de meses. Tuve un encuentro muy cariñoso con él. Me invitaron a tocar los chicos de Las Bodas Químicas y él estaba en el público. Nos dimos un abrazo. Estuvo muy bien.

¿Lo vas a invitar a La Kermesse?

Si se da naturalmente, sí. No es algo que nos propongamos específicamente. Ojalá en algún momento se de.

La Kermesse también es un buen lugar para armar reencuentro…

En La Kermesse no hay ningún objetivo más que estar una noche disfrutando de las canciones y que todo sea una fiesta. Yo creo más en los encuentros donde lo orgánico y lo que se tiene que dar se de. Son cosas que no pueden forzarse.

Si tuvieras que volver a hacer un tema con ellos, ¿cuál harías?

No tengo un tema favorito. Hemos vivido dentro de cada una de las canciones. De todas en algún momento nos enamoramos. Y con el amor prefiero que las cosas se den de una manera espontánea y diferente.

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