Un joven cumplió anoche 14 días de indefinición sobre qué va a cenar. Osvaldo, de 23 años, mantiene en vilo a su familia ya que hasta el momento solo ingirió agua y algunos bizcochitos de grasa que le dejaron cerca.
La amplia variedad del catálogo que ofrece la app de delivery arrastró al muchacho a una espiral de ansiedad e indecisión. “Primero dijo que tenía ganas de pedir una pizza, pero empezó a abrumarse con la cantidad de restaurantes y ofertas”, contó su pareja. “Pasó una hora, dos, tres, me terminé haciendo un arroz con queso a las 1 de la madrugada”, confesó.
Según expertos, este fenómeno viene siendo cada vez más frecuente entre millenials y centenials, dos de las generaciones más temerosas y evasivas al momento de tomar riesgos. En el caso de Osvaldo, además, se suma su condición de amarrete.
“Ya entró y salió por lo menos 100 veces de cada local. Cierran y vuelven a abrir, y él vuelve a entrar para comparar precios y buscar ofertas. Sueña con una promoción que nunca llega”, se lamenta Mabel, su madre.
En un intento desesperado por sacar a Osvaldo de su estado casi catatónico, amigos y familiares del joven instalaron una asamblea permanente por whatsapp para explorar estrategias. Algunos sugieren contarle que el repartidor de Pedidos Ya, el que viste de rojo y lleva un bolso, en realidad no existe, y son los padres.
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