Cuando una pared importa más que una vida

Por Tatiana Ledesma Flores

Fotos de Ivanna Carballo

¡Qué ganas de ser pared!, gritan las pibas en cada movilización. Sucede que parece que la pulcritud de una pared le importa más al Estado y a la policía, a que no le pase nada a las mujeres. Se queja la ciudadanía de los gastos invertidos en reparar destrozos tras manifestaciones, pero no se enervan cuando un pedófilo abusa de una menor.
¿Será que las paredes se cuidan más porque están ahí pétreas, mudas, indiferentes a la cotidianeidad, y las pibas ya se cansaron de aguantar ser violentadas bajo la horrible premisa de “calladita te ves más bonita”? Un claro ejemplo se vió el pasado viernes durante la manifestación que pedía frente a la sede de IOSCOR, la remoción del ginecólogo acusado de abuso sexual, Gerardo Alejandro Dahse, de su cargo como auditor de la obra social.

Esa mañana ya había iniciado convulsionada, ya que el profesional debía comparecer ante los Juzgados de Instrucción por la causa que lleva adelante Rebeca, bajo representación Sofía Domínguez, la misma abogada de Violeta. Ambas presentaron denuncias contra el ginecólogo y son las dos causas que él tiene activas en la Justicia.
La tercera denuncia prescribió en 2012 por falta de investigación, no por falta de pruebas. En ese momento la policía actuó de oficio ya que la soreviviente ingresó al hospital por un intento de suicidio, y allí los efectivos corroboraron que fue abusada sexualmente.

El pasado viernes Dahse debía declarar por la denuncia que la joven de 33 años decidió realizar desde España, país en el que reside desde hace varios años. Acorde a su relato, el hecho se produjo tras la sedación total para la colación de un DIU. Valiéndose de su estado de vulnerabilidad y violentando la confianza de la relación médico-paciente, el profesional habría abusado sexualmente de Rebeca.

El día anterior a la declaración sus abogados, José María Arrieta e Isidoro Sassón, presentaron una apelación a la negación de eximición de prisión, determinada por la jueza González Cabañas el pasado miércoles. La magistrada entendió que existen actualmente dos causas de similares características y por tal motivo, el ginecólogo no puede gozar del beneficio de eximición. Tras esta apelación, la audiencia pactada para el viernes se debió posponer.

La movilización que estaba planificada en apoyo a las denunciantes y 21 sobrevivientes se realizó de igual forma. En la primera parada, la sede de IOSCOR, se encontraba su primera denunciante, cuya causa prescribió. En el 2008 cuando se realizó la denuncia, ella era aún menor de edad para la legislación de ese momento.
Actualmente se encuentra cursando un embarazo avanzado y ante la situación, la impotencia de la declaración pospuesta y la impunidad con la que goza Dahse, se descompensó en varias oportunidades y tuvo que ser asistida por manifestantes. Mientras los cuatro efectivos policiales en el lugar, se preocupaban porque no se peguen carteles en los alrededores de la obra social en repudio al profesional.

“Estas no son las formas”, le dijo un policía a una manifestante. ¿Y cuáles son entonces? ¿Hacer una denuncia? ¿Esperar el lento y revictimizante caminar judicial? ¿Cuáles son las formas sino empapelar la ciudad y llenar las redes sociales con el rostro de una persona con tres denuncias por abuso sexual y 21 casos de mujeres que relataron haber atravesado la misma situación?
El acusado goza de un prestigio social y de un poder adquisitivo que incluso lo beneficiarían durante el proceso. La visibilización, el acompañamiento, el hacerse una con las sobrevivientes es la fuerza más poderosa que el patriarcado, el sistema, la Justicia y “los amigos del poder” jamás podrán entender.

Porque el objetivo es más profundo, más fuerte, más trascendente que cualquier situación que hayan visto, tratado o vivido, es un enorme y explosivo grito de justicia. Es demostrarles ante sus ojos que como funcionarios públicos accionan mal y eso obviamente, molesta y mucho.

Una foto pegada con cinta se saca fácilmente, sobrellevar un abuso sexual implica un tratamiento y acompañamiento psicológico de por vida. ¡Qué ganas de ser la pared de IOSCOR! Así cuando me quieren pegar un cartel, rápidamente llega la policía a cuidarme.

 

No se puede olvidar cuando a fines del 2019 durante el último debate pre legalización del aborto, se detuvo a tres personas una madrugrada en la peatonal tras dos pintadas en las paredes con aerosol. En menos de cinco minutos y tras la detección mediante las cámaras de seguridad, tres camionetas policiales atravesaron la peatonal y llegaron al lugar a detenerlas.

Ojalá con la misma rapidez hubieran buscado y apresado a todas las personas implicadas en el abuso y femicidio de Irina López. Sería todo muy diferente si el mismo despliegue policial se hubiera realizado para encontrar a Daniel Borlicher tras el femicidio de la madre de sus hijos, Sandra Silguero, seguramente ahora no sería un prófugo de Interpol. Cómo cambiaría la seguridad y tranquilidad de la sobreviviente del abuso sexual de Caá Catí, si la policía actuara con la misma rapidez cuando denuncia hostigamiento hacia a ella y su familia, incluso existiendo condenas para los abusadores.

Y existe, entre los mares de las injusticias que describen a esta provincia, una imagen sellada a fuego para siempre en la memoria del pueblo Correntino. El padre de Tamara Salazar, Sergio, sin remera y con los brazos abiertos frente a una columna de efectivos policiales, sin nada que perder ni temer. Esa mañana de abril del 2018 habían absuelto al femicida de su hija, aún con varias pruebas en su contra.

Ni bien escuchó la sentencia quiso salir corriendo a la calle, pero los efectivos de Tribunales se lo impidieron. Cuando lo logró, llegó como una llama inmensa a la calle dispuesto a romper todo, a enfrentarse a quien sea, a honrar la memoria de su hija y el futuro de su nieto, que se había quedado sin madre. Esa foto lo representa todo, el abandono estatal, la violencia judicial, la represión policial y el deseo eterno de verdadera justicia.

“No son las formas”, porque debía el Estado velar para que nunca se tenga que llegar a esto. Un cartel inofensivo pegado con cinta en una pared y un denunciado por abuso sexual gritándole “Estas incogible” a su primera denunciante en la vía pública. Video que la misma sobreviviente viralizó para que pueda observar la impunidad con la que goza.


Así que es así, que ganas de ser pared para que nos cuiden para que ningún inofensivo papel nos toque o que no nos marque una pintada. Lástima que las paredes que se terminan siendo, son aquellas que reflejan el rostro de las pibas asesinadas por femicidas, violentos, abusadores, de quienes decían amarlas y pedían perdón una y otra vez. Irónica, triste e inentendible la vida, que esas paredes con esos rostros pintados en memoria eterna, sí los cuida la policía y los impulsa el Estado.

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