La protección con la que contó Alejandro Gerardo Dahse y las limitaciones al ejercicio profesional de los medios de comunicación, nunca antes fueron vistas en esta provincia.
¡La prensa! Ese cuarto poder que puede glorificar, visibilizar, denunciar, exponer y tantos verbos similares más.
Ser periodista en Corrientes no es tarea fácil, las decisiones tomadas sobre el acceso a la pauta oficial determinan la cobertura o no de determinados hechos.
A quienes nos dedicamos a lo autogestivo claramente todo nos cuesta un poco más del doble, puesto que se visibilizan esas noticias que quienes proveen la publicidad oficial buscarían censurar.
Es sabido que la notoriedad de casos en los medios de comunicación otorgan otras características a las causas, la visibilización es un factor clave en la búsqueda de justicia.
Puesto que implica el alcance de la audiencia a la información, que la noticia se hable en reuniones familiares, en encuentros con amigxs, en charlas de vecinxs.
¿Será eso a lo que le temía Alejandro Gerardo Dahse? ¿A que su nombre esté en boca de todo el país?, como terminó sucediendo.
¿O habrá sido el temor a que aparezcan más casos similares como el que lo llevó a estar en el ojo público?, como luego surgieron las denuncias de Rebeca y Carolina.
Desde que la denuncia de Violeta tomó notoriedad pública la defensa evitó que la noticia se instalase en los medios locales.
Acorde a información consultada a periodistas, la defensa habría llamado a la prensa informando que tomarían acciones legales sí se mencionaba el caso o el nombre del ginecólogo.
Aún ya cuando en octubre del 2021 tras la denuncia radicada ante la Justicia, Dahse salió por entrevista telefónica en el programa de María Mercedes Vázquez para radio Continental, argumentando que la causa era por un aparente ensañamiento en su contra.
Llegó diciembre del 2021 y el profesional debió comparecer ante la Justicia por primera vez y dentro de los Juzgados, se diagramó un operativo para que el ginecólogo saliera del edificio por la zona del estacionamiento y no hacia calle Carlos Pellegrini, donde lo estaba esperando la prensa.
¡La prensa! Ese cuarto poder al que se le exigió bajar notas en línea porque el denunciado era “amigo de la casa”.
Fotos no
Lo cierto es que durante todo el proceso previo al inicio del juicio el 26 de julio, la defensa evitaba el registro periodístico del imputado.
El día de la primera audiencia antes de su inicio, los medios de comunicación presentes en la sala del Tribunal Oral Penal n*1 registrabamos a Dahse en el banquillo de los acusados.
Isidoro Sassón, parte de su defensa, nos comentaba que no autorizaba junto a José María Arrieta, la difusión de sus imágenes ni la de su cliente.
La jueza Ana del Carmen Figueredo, tras dialogar con lxs vocales Teresita Godoy Prats y Raúl Guerín, informó que no podía prohibir el registro de la prensa, pero que si ya se había finalizado, que por favor los medios de comunicación nos retirasemos para que inicie la audiencia.
Esa primera jornada judicial comenzó a las 8:00 hs. y terminó alrededor de las 13:00 hs. Se desconocía el motivo por el cual el acusado no quería bajar desde la sala de audiencias.
Tras descender las escaleras y chocar a la prensa presente en el lugar, el motivo fue claro: no pretendería que su imagen saliendo de un Tribunal como acusado en un juicio por abuso sexual, esté en los principales medios de comunicación.
Desde la segunda audiencia la prensa no pudo acceder a tomar registro antes del inicio de las audiencias y también, Dahse empezó a ser traslado tras cada jornada en un móvil de Infantería.
Estas medidas no evitaban la posibilidad de registros del ginecólogo posteriores a su salida del Tribunal, en las que siempre se lo veía sonriente. ¿De qué se reía Dahse?
La última audiencia
La jornada del 5 de octubre inició a las 15:30 hs. con la llegada de las primeras personas que apoyaban a la denunciante afuera del TOP, ubicado en Plácido Martínez al 1054.
Ese día se conoció el veredicto contra el ginecólogo y había una gran expectativa de la ciudadanía por conocer el fallo del Tribunal.
A las 16:00 hs. comenzó sus alegatos la querellante Sofía Domínguez, quien pidió la pena de 10 años de prisión, la máxima para el delito de abuso sexual gravemente ultrajante, detención inmediata e inahibilitación perpetua de matrícula.
Una hora después la Fiscalía a cargo de Jorge Sehman alegó el mismo pedido que la querella, pero con la diferencia de sólo 7 años de condena.
Tras lo cual realizó la defensa sus alegatos, desarrollando sus argumentos por más de casi una hora tanto Sassón como Arrieta, lo que implicó que el Tribunal delibere recién desde las 21:30 hs.
Antes de esa hora la jornada transcurrió en normalidad, salvo por el extraño corralito que dividía a la prensa de quienes estaban fuera del TOP, para acompañar a Violeta.
Las vallas se colocaron formando un cuadrado desde la entrada al Tribunal Oral Penal n*2 y culminando con una camioneta de Infantería, cuyas puertas daban justo a la entrada al TOP n*1.
Esto formaba un cuadrado de división entre presentes, la prensa y las fuerzas de seguridad, instalando un operativo innecesario, como si quienes hubieran cometido el delito serían acompañantes de Violeta o la prensa.
Alrededor de las 21:00 hs. llegó otra camioneta de una fuerza de alta seguridad, con personal armado con escopetas. ¿Tanta protección necesitaba el ginecólogo?
Terminaron los alegatos y bajó del Tribunal la querellante para dialogar con presentes y comentar que en aproximadamente una hora, estaría el veredicto.
Desde ese momento hasta lo que se vivió con el traslado de Dahse, es digno de una película para exhibir en las plataformas de streaming.
Cuando Sofía Domínguez salió de la sala de audiencia, como prensa entendimos que ya era el momento de ser llamadxs para ingresar, pero que seguramente viviríamos inconvenientes como los que venimos sorteando desde iniciado el juicio.
Sólo se habilitaron diez lugares para periodistas en la sala al momento de la lectura del veredicto, cuando en el mismo lugar se vivió la sentencia en el caso de los 8 obreros con la sala a mayor capacidad de la admitida y hasta prensa abarrotada en la puerta de ingreso, pero sin ningún inconveniente.
Por consecuencia, desconcierta el poco cupo aprobado para la cobertura del veredicto, como desconcertó que en un primer momento la prensa inscripta tendría la posibilidad de tener registro del Tribunal previo inicio de alegatos, y luego esa opción fue descartada ya que se debió a un “error involuntario”.
Esto caracteriza la protección con la que contaba el acusado, ya no la exposición de esto en potencial, sino que se vió durante el veredicto y quedó registrado en los medios de comunicación.
Alrededor de una hora esperamos en el corralito antes de que se empiece a llamar a quienes estábamos inscriptxs previamente.
Colegas interpelaban a Infantería preguntando por qué no se podía ingresar ya a la sala, para evitar aglomeraciones y traspiés de presentes en el lugar, si éramos llamados segundos antes de que el Tribunal comience a leer el fallo.
Sucede que Dahse junto a la defensa y parte de su familia estaba esperando en los alrededores de la sala, y como se vio desde un principio, exisitiría una orden de que no se tengan más registros fotográficos del imputado.
A las 22:30 hs. aproximadamente nos llamaron a lxs diez inscriptos por lista y nos hicieron formarnos sobre la pared en fila, hecho inaudito. El resto de la prensa que no estaba en la lista debía abandonar en ese momento el corralito.
Minutos después Infantería diagramó una protección estilo tortuga y se entendió que el acusado iba a ser trasladado antes del veredicto, entonces la prensa se agolpó sobre los escudos.

Luego se corrió uno de éstos y lxs inscriptos pasamos como en un pasillo formado por Infantería hacia las escaleras que llevan a la sala del TOP 1.
La falta de comunicación correcta sobre cómo se diagramaría la entrada de la prensa, cuándo y por dónde deberíamos salir tras el veredicto, promovió al caos al final. Lamentablemente un operativo muy mal diagramado.
El veredicto
Subimos a la sala de audiencias e ingresamos al mismo tiempo que el acusado, junto a su defensa y parte de su familia.
La sorpresa nos la llevamos cuando vimos que habían cinco mesas colocadas como barrera entre la prensa y el resto de la sala, hacia el Tribunal.
Tras las mesas estaban las sillas correspondientes a los respectivos lugares de la querella y la defensa, las mesas de Secretaría y Fiscalía y finalmente el Tribunal.
“Esto es inaudito”, remarcaba un fotoreportero; «¿qué están queriendo ocultar?», interpelaba otro, ante lo insólito de la situación.
A las 22:50 hs. ingresó el Tribunal al cual se le plantearon los inconvenientes sobre la barrera impuesta y la forma en la que cortaba el ejercicio de la profesión periodística.
“Sino van a venir adelante y van a sacar foto del imputado”, dijo la jueza. ¿Y la denunciante? Estaba también en la sala, ¿a ella no la protegían de los registros fotográficos? ¿Se entiende por qué se afirma la protección al acusado?
“Medio metro más adelante”, ordenó la jueza, y los dos integrantes de Infantería y el policía del TOP 1 corrieron las mesas.
La jueza leyó la sentencia: 7 años de prisión, inhabilitación perpetua de matrícula y excarcelación vigente hasta que el fallo quede firme, tras lo cual nos dieron una copia a cada periodista y nos ordenaron abandonar la sala.
Otra situación de protección jamás vista ya que por ejemplo, cuando Wenderson de Sousa fue condenado a perpetua por el femicidio de Irina López por el mismo Tribunal, la prensa pudo tener registro del condenado saliendo de la sala sin obstaculizar la labor del Servicio Penitenciario.
Jamás el TOP n*1 ha tenido inconvenientes con el desarrollo de la labor periodística y por eso, desconcierta por qué han actuado contra la prensa en esta oportunidad y de esta forma.
No nos dejaron quedarnos fuera de la sala para tener registros del ahora condenado abandonando el lugar, nos obligaron a retirarnos del edificio.
Salimos por la entrada al TOP 2 y quedamos dentro del corralito. Entonces intenté posicionarme cerca de la camioneta para capturar el traslado de Dahse, pero una oficial se acercó y me gritaba “para atrás”.
Mientras me movía hacia atrás me continuaba gritando “para atrás, para atrás”, hasta que le respondí “¿cuánto más atrás para que no me estés diciendo “para atrás” tantas veces?”. “Tres pasos para atrás”, me respondió.
Caminé tres pasos para atrás y se escucharon gritos, lo que entendí primero que se debía al traslado del ginecólogo, mientras otro oficial nos gritaba a la prensa aún dentro de la valla, “fuera de la valla, fuera de la valla!”, ante nuestra mirada de desconcierto por la agresividad con la que se manejaban mientras abandonábamos el lugar.
Desde fuera de la valla vi el traslado de Dahse en la camioneta de Infantería, tras lo cual me acerqué a colegas a ver qué tipo de registros pudieron hacer desde afuera, y me enteré de la represión policial.
Gas pimienta
“A tu colega le tiraron en la cara gas pimienta, se fue, llamala a ver si está bien”, me dijo una persona que me había visto hablando con Gabriela Villordo durante la tarde afuera del Tribunal.
“¿Cómo?!”, fue lo primero que atiné a decir. “A Jere también le tiraron, a mi también aún me arden los ojos”, me dijo además Ivana Carballo.
Desconcertada buscaba a colegas para saber si estaban bien y entender qué había pasado.
Segundos después de que la prensa ingrese al Tribunal un cuerpo policial fuertemente armado tiró gas pimienta sobre la valla, agrediendo a presentes entre los que se encontraba un menor de edad.
No conformes con agredir a la ciudadanía, tiraron los carteles que toda la tarde adornaron las vallas con mensajes contra el ginecólogo.
La intención era clara, ya se conocía extraoficialmente la sentencia y se pretendía “provocar” a quienes aún aguardaban afuera del TOP para “justificar” la represión, colocando ante el ojo público a “las locas”, “las quilomberas” que estaban contra Dahse.
Esto sumado a la mala comunicación y organización del operativo, más la agresión a presentes, derivó incluso en agresión directa a la prensa.
Por un lado, una motocicleta de la fuerza policial casi atropella a una denunciante del ginecólogo, y le pisó el pie a un amigo de ella que puso el cuerpo para que la moto no se le tirara encima.
Aún sufre las consecuencias físicas de esto, así como la denunciante que tiene cortes en su cuerpo y moretones, producto de los empujones de Infantería con los escudos cuando casi la atropellan.
Del lado que Infantería nunca valla, específicamente sobre el inicio del garage del edificio Carlos V, que está pegado a la puerta del TOP 1 fueron agredidxs: lxs fotoreporteros Jeremías Giordano e Ivana Carballo, la denunciante Carolina Marello y las periodistas Luz Flores y Gabriela Villordo.
A esta última Infantería le roció directamente en la cara gas pimienta, sabiendo que era prensa cubriendo en el lugar. Gabriela tuvo que ser atendida por personal de salud, inyectada para paliar las consecuencias físicas del gas pimienta y le colocaron gotas en los ojos.
Además le subió la presión de la desesperación, ya que quienes sabemos los efectos del gas pimienta, conocemos lo que implica el picor de la garganta, el no poder respirar y el desespero porque deje de arder la cara de alguna forma.
¿Quién va a responder ante esto? ¿El ministro de Seguridad Buenaventura Duarte o el jefe de Policía?
Si nadie pretende decir nada sobre la agresión y que lamentablemente quede dentro del cerco mediático provincial, Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista (Red PAR) ya lanzó un repudio al respecto. Link al comunicado aquí: Repudio Red PAR
No hay adjetivo que califique el terror que le tiene Dahse a la prensa, ¿por qué? Se observó claramente y quedó registrado en los distintos medios de comunicación esta afirmación.
La situación no termina sólo con la sentencia, sino que la agresión y el desprecio a la profesión periodística deberá tener respuestas de parte las autoridades correspondientes.
Más allá de todo lo que ocurrió, una foto de la prensa no quita la condena establecida. Nadie libra a quienes caminan sentenciados por la calle mientras esperan una rectificación del fallo, del registro fotográfico ciudadano.