Por Jeremias Giordano para Nueva mirada
En términos generales se podría definir al periodismo como una profesión que exige un ejercicio intelectual y práctico de democratizar todos los espacios de debates de las sociedades con el objetivo mismo de hacer mejores esas sociedades y acercarlas a la libertad. Hasta ahí cualquier trabajador de prensa podría coincidir sin profundizar mucho más.
Ahora bien, hay que preguntarse realmente como se alcanza esa definición de la profesión en un país que tiene un sistema de medios con tendencia oligopólica, siendo este sistema la fuente laborar del periodismo argentino, y cuando luego de haber creado un sistema de medios públicos aparece un presidente, Javier Milei, con el objetivo de liquidar ese sistema.
En nombre de la libertad de mercado se está impidiendo un ejercicio de democratización de las sociedades, la libertad de prensa.
En la facultad, en la cátedra de Derecho a la Información y la Comunicación, se explica este conflicto con la frase de colisión de derechos. Están colisionando hace mucho tiempo dos libertades, la de prensa y la de mercado. Más bien se podría decir que en nombre de la libertad de mercado se está impidiendo un ejercicio de democratización de las sociedades, la libertad de prensa.
La concentración limita el ejercicio de la libertad de prensa
Y no se está diciendo eso solo por decirlo. Sin retroceder tanto se diría que al derogarse los artículos mas importantes de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en diciembre de 2015 del gobierno de Macri, se abrió otro panorama en el sistema de medios de Argentina, mucho más concentrado, y así fue como se dio la convergencia y el Grupo Clarín dio un nuevo salto en esa concentración cuando se fusionó con Telecom. Ahora controla TV por cable, Internet, telefonía móvil y telefonía fija, yendo ya más al ámbito de la comunicación en general.
Esta realidad no es ajena a las provincias de Chaco y Corrientes donde el ejercicio de la prensa también se encuentra limitado y concentrado en los grupos económicos y familiares, y son las relaciones de estos grupos con los gobierno de turno las que limitan la distribución de la pauta publicitaria, que es la forma en que funcionan esto supuestos medios privados. Se dice así porque cuando desaparece la pauta publicitaria del Estado ya no pueden sostener los medios de comunicación que tienen a su poder.
En Corrientes la concentración de medios está marcada por la familia Romero Feris y relacionados, y en Chaco por el Grupo Linke, que dicho sea de paso es el repetidor de Canal 13, canal del grupo Clarín y redistribuye los servicios de Cablevisión en el interior de la provincia, también del Grupo Clarín.
Otro suceso que marca ésta limitación fue lo sucedido hace poco con estos medios de comunicación que se consideran privados. Cuando la Secretaria de Trabajo y Empleo de la Provincia de Corrientes dio lugar a los preventivos de crisis presentados por Editora Juan Romero S.A, Talleres El Túnel S.A, y Editora Correntina S.A; las cuales editan los diarios El Litoral, El Libertador y Época, respectivamente.
La medida habilita todos los pedidos de las empresas y da lugar a que desvinculen el 10% del personal que queda, debido a que algunos trabajadores ya fueron despedidos. También implica la suspensión del 30% con el pago de solo el 50% del salario; la reducción de la jornada laboral; y, en caso de despidos, las empresas podrán pagar solo la mitad de la indemnización.
Un llamado a defender la libertad de prensa
Hasta acá el proceso histórico demuestra que con poco o con mucho los gobiernos de turno siempre priorizaron los intereses económicos de estos grupos corporativos que construyen una falsa idea de libertad de prensa. Y a través de su poder construyen un discurso único, incluso anti Estado.
Ese modelo se basa en un discurso de debilitamiento de las funciones del Estado. Algunos plantean su casi disolución para que todo sea regido por las leyes del mercado.
A través de ese poder económico, acaparan la prensa gráfica, audiovisual y también las redes sociales. La experiencia histórica de los últimos años nos muestran cómo, desde los medios de comunicación convencionales y las redes sociales, se construyó un discurso y un sentido común cada vez más reaccionario y con un componente fascista más marcado, que se basó en un proyecto político, económico y social, éste último, el de Javier Milei, donde se naturaliza la hiperconcentración de la riqueza, que tiene su contraparte en una pobreza estructural del 50%.
Ese modelo se basa en un discurso de debilitamiento de las funciones del Estado. Algunos plantean su casi disolución para que todo sea regido por las leyes del mercado.
Con esta pequeña pero necesaria información solo se quiere decir que debatir la democratización de voces y de medios en el país, en las provincias no se trata tanto de las posibilidades individuales de salir a construir esas voces y de institucionalizarse así a forma meritocrática. Sino que se trata más bien de la presencia de políticas públicas que realmente favorezcan la redistribución económica, por sobre todo, en el ámbito y la profesionalización de la formación de esos espacios de comunicación.
Estamos asistiendo a un ataque a la libertad de prensa
Estamos asistiendo, en el gobierno de Milei, a un ataque y ridiculización de la profesión de la prensa. En principio tiene el objetivo simbólico de hacer ver a ésta libertad, la de prensa, como innecesaria. Y luego tiene su contraparte práctica que es liquidar el sistema público de medios. Estamos asistiendo a un ataque a la libertad de prensa. Además del debate, hay que llevar adelante acciones concretas.
”Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante; y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”, Rodolfo Walsh.